Cantar hasta Morir
En su debut tras las cámaras con Quartet (estrenada aquí como Rigoletto en apuros), Dustin Hoffman mostró las posibilidades creativas de un elenco septuagenario asilado en un geriátrico. La esencia del amor, del británico Paul Andrew Williams, es más o menos todo lo que uno ya vio sobre el tema y no desea volver a preguntar. Más o menos, porque los protagónicos de Vanessa Redgrave, como la enferma terminal Marion, y (especialmente) Terence Stamp, como su malhumorado marido, Arthur, son un salvavidas para el autor; una maravilla interpretativa que debió merecer un tratamiento natural, similar al de Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva en Amour. Marion canta con entusiasmo en el coro del geriátrico municipal; a Arthur, el hobbie de su mujer no le cae en gracia, como tampoco el hijo de ambos, James (Christopher Eccleston), ni los viejitos del coro. Previsiblemente el hombre, desagradable hasta el tuétano, comienza a ablandarse cuando su mujer empeora y se suma a la troupe coral, hasta descorchar su talento en un improbable concurso. Con trabajo visual acorde a su medianía, Williams (de auspicioso debut en London to Brighton) hizo la clase de insípido drama inglés que es patrimonio de Hallmark Channel.