Un futuro lejos de casa
Shun Li (Zhao Tao) es china, pero trabaja como costurera en una fábrica en Roma. Hasta que un día, sin explicaciones mediante, sus jefes la trasladan a Chioggia, un pueblo pesquero de Italia para trabajar en un bar. Los viáticos y demás gastos se sumarán a la deuda que ella ya les está pagando con su trabajo.
En Chioggia, conocerá a los pueblerinos que desde siempre frecuentaban ese bar, y formará una amistad con Bepi (Rade Sherbedgia), un pescador yugoslavo radicado allí hace más de treinta años.
Andrea Segre, un director con experiencia en documentales, elige la ficción para abordar la problemática de las migraciones en pleno siglo XXI.
El resultado es una película sencilla, que logra contrastar el clima de calidez que se genera entre estos dos extraños con los fríos y húmedos días de la costa italiana en invierno. Sobrio en cuanto a los escenarios, y con un bello trabajo de fotografía que se aprecia en los paisajes marinos, el filme abarca el tema de la inmigración desde varios puntos de vista. La distancia del hogar natal, los afectos que quedan atrás, la soledad, pero también, y no a modo panfletario, aunque sí se percibe como denuncia, el perverso sistema que encubre la esclavitud bajo la figura del “trabajo como pago de deudas” (que pueden volver a foja cero según sea el capricho del jefe).
Con diálogos escuetos, en parte justificados por las complicaciones idiomáticas, y actuaciones que no maravillan, pero que resultan exactas para lo que se pretende mostrar, Segre logra un interesante clima en un filme en el que vale la pena apreciar hasta las pequeñas participaciones de los personajes secundarios.