La espía roja es una típica película de cable que logró colarse en la cartelera y trabaja una premisa argumental que era muy prometedora.
La trama está vagamente inspirada en la historia real de Melita Norwood, la espía inglesa que durante más de 30 años le proporciono a la Unión Soviética todos los secretos relacionados con el programa atómico británico.
Estos hechos recién se hicieron públicos a fines de los años ´90 cuando Norwood fue detenida a los 87 años por los servicios de inteligencia de su país.
Una caso apasionante que lamentablemente es más interesante de conocer a través del perfil de Wikipedia de esta mujer que en la soporífera película que ofrece el director Trevor Nunn.
Un realizador asociado con el mundo de Broadway, cuyo último antecedente para el cine había sido la excelente adaptación de la comedia de Shakespeare, Noche de reyes (1996), con Helena Bonham Carter.
La decepción con La espía roja pasar por el hecho que los productores eligieron tomar como fuente una novela de ficción, inspirada en este caso, en lugar de concentrarse en la trama real que era tan interesante.
La obra de Nunn se enfoca más en el melodrama y el romance y no desarrolla con demasiada solidez las causas concretas que motivaron a una joven científica a involucrarse en tareas de espionaje peligrosas.
El director elige el recurso del flashback extendido para explorar los orígenes de una estudiante de Cambridge que eventualmente se convirtió en una figura clave para la KGB.
Sophie Cookson ( Kingsman) interpreta con solidez la versión juvenil del papel que luego encarna en el presente Judie Dench, quien tiene un rol muy limitado a lo largo del film.
En ocasiones la trama retrata algunas situaciones interesantes, como el sexismo de los años ´40 en el ambiente académico y científico, que convertía a las mujeres en figuras claves para el espionaje, ya que todo el mundo descartaba que pudieran dedicarse a esas actividades.
Desde los aspectos técnicos el film es impecable y todo el reparto ofrece una labor decente, sin embargo la narración de Nunn nunca llega a explotar a fondo los aspectos más intrigantes que despierta el caso real.
No queda claro por qué optaron por maquillar con un drama monótono una historia verídica que era apasionante.
Una oportunidad desperdiciada que podía haber brindado un film muy superior.