Siempre hay que tener cuidado en las películas basadas en hechos reales. Ya sea casos que siguen los sucesos a rajatabla que desafían la imaginación de las mentes más inventivas, o se toman licencias artísticas para ensalzar historias insulsas y volverlas más verídicas, es una balanza sensible cuyos elementos desequilibrarían el punto medio fácilmente. Films que entrecruzan el drama y el espionaje no escasean en el medio, por eso es que la inconsecuencia de Red Joan golpea con dureza el suelo cual saco de papas, en donde un proyecto frío y desapasionado desperdicia una historia sacada de la primera plana de los diarios que prometía.