La Segunda Guerra Mundial también se libró y se escribió en las oficinas de las potencias, ya sea con criptografía o entre espías, traidores y héroes. Inglaterra fue uno de los epicentros de esos esfuerzos y así lo muestran películas como "El código Enigma" o la serie "The Bletcheley Circle". Trevor Nunn, realizador de adaptaciones como "Noche de reyes" y "Rey Lear", recupera en "La espía roja" la historia real de Melita Norwood.
Alterando en parte la realidad, los guionistas transformaron a Norwood, una empleada calificada de una oficina gubernamental, en Joan Stanley, una brillante científica. Ambas, en la realidad y la ficción, están unidas por su legado: proporcionar a la ex Unión Soviética información sobre las armas atómicas que desarrollaba Inglaterra y que permitió a la URSS avanzar en el mismo sentido. La trama se matiza con dos historias de amor y proponen que Stanley (Judi Dench) actuó no como una traidora a su país, sino a favor de la paz y en contra de una posible tercera guerra mundial. Dench, de manera magistral, se encarga de profundizar la duda sobre la verdad histórica.