Más que un rumor, en Hollywood todos dan por descontado que Glenn Close después de seis nominaciones y ningún Oscar, con este trabajo finalmente tendrá su estatuilla. Y los pronósticos se basan en una realidad imbatible: el trabajo de la actriz en este film es sencillamente impresionante. Sin exageraciones ni guiños fáciles ella le da a su personaje una carnadura única. Es una mujer atravesada por una crisis, por heridas abiertas hace demasiado tiempo. Es la esposa de un escrito vanidoso e infiel que esta por recibir un premio Novel. Y es allí en Estocolmo donde las verdades sabiamente medidas por el director, el sueco Bjôrn Runge y con un buen guión de Jane Anderson sobre un best seller de Meg Wolitzer, saldrán a la luz. Con un suspenso que puede adivinarse, pero se presenta de manera exquisita por la labor casi minimalista de Close y la expansiva tarea de Jonathan Pryce. No es un tema nuevo, el de los matrimonios simbióticos donde un integrante se conforma con vivir a la sombra del otro, o es vampirizado en nombre del amor en un pacto íntimo y feroz. Sin embargo el personaje de Glenn Close no es una víctima, es una mujer que ha tomado, y volverá a tomar, decisiones drásticas. Con flashbacks astutamente colocados el espectador conocerá la verdad y se sorprenderá también con el trabajo de Annie Starke, que hace de la protagonista en su juventud y que es la hija en la vida real de Glenn Close. Un film disfrutable y para admirar definitivamente a una intensa y talentosa actriz (G.M.)