El director sueco Björn Runge (“Happy End”) es el encargado de adaptar esta historia basada en una novela de Meg Wolitzer. El largometraje nos trae una historia que ya pudimos ver en otras ocasiones y que hace hincapié en el rol relegado de la mujer, por lo cual resulta bastante acertada para los tiempos que corren. El problema radica en su convencionalismo y en su puesta casi teatral, donde se prioriza más que nada a los personajes de los protagonistas para que se destaquen. Como si toda la película fuera una excusa o un vehículo para el lucimiento de Glenn Close (“Dangerous Liasons”) y Jonathan Pryce (“Pirates of the Caribbean”).
La cinta nos relata cómo Joan Castleman (Close), una buena esposa, de belleza madura y natural, resulta ser la mujer perfecta para el escritor Joe Castleman (Pryce). Pero lo cierto es que lleva cuarenta años sacrificando sus sueños y ambiciones para mantener vivo su matrimonio. Sin embargo, Joan ha llegado a su límite y durante las vísperas de la entrega del Premio Nobel de Literatura a Joe, Joan decide desvelar su secreto mejor guardado.
No hay nada que objetarle a la obra a nivel interpretativo. El duelo actoral en el que se embarca el dúo protagónico es superlativo. Lo de Glenn Close es realmente sorprendente y en muchos pasajes del relato solo basta con una mirada o un gesto para decir aquello que muchos otros intérpretes tienen que poner en palabras o en un exceso de gesticulación. El tema es que el conflicto y los giros del guion se ven a la legua y eso puede llegar a jugarle en contra, al igual que la familiaridad de su trama, de hecho en 2018 también se estrenó “Colette” con una premisa muy similar.
“The Wife” resulta ser un film pulcro, prolijo y casi de manual donde lo único que eleva la propuesta es la actuación de Glenn Close y de su contrapartida masculina Jonathan Pryce. Un film necesario que se hubiera beneficiado un poco más de un trabajo de guion más inspirado y una puesta en escena menos teatral.