Desde las sombras
Basada en el best seller de Meg Wolitzer, La esposa (The Wife, 2018), de Björn Runge, propone un viaje al mundo de la cultura y sus premios a partir de la recepción del Nobel de literatura por parte de un escritor (Jonathan Pryce) y los pasos que toda su familia debe hacer alrededor de éste para acompañarlo.
Su esposa (Glenn Close) lo sigue desde la oscuridad, proveyéndole todo lo necesario para que pueda seguir en su tarea de escribir y construir narraciones que posibiliten a su público más fiel un continuo deleite y existencia de material para leer. Pero entre tanto ir y venir y esfuerzo, a medida que el relato avanza, la sospecha sobre esta pareja perfecta, con hijos adultos que los admiran y odian en partes iguales, construye una narración potente sobre las mentiras que van cobrando vida alrededor de los mitos, sobre el submundo de premios, sobre el doloroso momento de la verdad ante la aproximación de un final anunciado y sobre el meteórico ascenso de gente sin principios.
El director Björn Runge tiene un material rico para avanzar en la historia, la que, a medida de la incorporación de un misterioso periodista/fanático del escritor (Christian Slater) comienza a desarrollar una subtrama que se cimienta en el rumor como motor del conflicto y la pesquisa como motivo principal del relato. Así, establecido el dilema, La esposa comienza a descansarse en las actuaciones de los protagonistas, reflexionando con ellos sobre el amor, la familia, el éxito y los premios, pero también sobre el corre ve dile que atraviesa al escritor y su grupo.
Si localmente El ciudadano ilustre (2016) mostraba la necesidad de su protagonista por desnudar las miserias de la escritura y sus premios, rechazando todo exceso de snobismo y laureles que coaccionen la actividad y honestidad, en esta oportunidad el desnudar desde dentro la ceremonia al premio y toda la parafernalia que lo habita, posibilita una mirada aún más crítica sobre el chauvinismo de ese universo y sobre la creación de bestsellers por parte de las editoriales.
Glenn Close una vez más, ofrece una actuación visceral, consciente, dura y potente, sobre aquella persona que sostiene con su accionar cotidiano una realidad que esconde un secreto que quiere ser revelado a gritos a pesar del velamiento y el blindaje del entorno.
La habilidad de Björn Runge de construir la narración desde detalles, y, principalmente, desde el punto de vista de la esposa, con flashbacks que van adelantando alguna información sobre la verdad del matrimonio, posibilita que pequeños conflictos comiencen a construir una línea temporal hacia el desenlace final, el que tomará por sorpresa, principalmente, a aquellos que no hayan leído la novela en la que se inspira.
El mundo de la literatura, con sus miedos y sus obstáculos, pero también con sus artificios, funciona como impulsores de una sólida historia, que más allá de por momentos trabajar con el thriller, su profunda raíz melodramática la consolidan como una de las propuestas más fuertes y que seguramente le brindarán a Close merecidísimos galardones en la próxima temporada de premios.