Steven Soderbergh vuelve al ruedo con lo que más le gusta hacer: una de robos espectaculares, con fugas ingeniosas y mucha testosterona. Tras haber anunciado su retiro como director hace cuatro años, después del éxito de la película para TV Behind the Candelabra (2013), había dejado cerrada la posibilidad de verlo explotar esa otra faceta lejos de Hollywood y sus glamourosas estafas. Ahora vuelve sin aviso, pero en terreno seguro.
La Estafa de los Logan (Logan Lucky, 2017) es una de esas películas prácticamente para todos los públicos. Entretenida, sin pretensiones, con personajes adorables y un éxito asegurado en taquilla. Sin tomar ningún riesgo innecesario, narra la historia de los hermanos Logan, dos perdedores del sur de Estados Unidos, que deciden sacarle ventaja al destino con un golpe brillante del que nadie los creería capaces.
Jimmy Logan (Channing Tatum) es un trabajador de Virginia Occidental que se queda sin empleo de un día para el otro. Con una hija que mantener y una ex esposa a la que impresionar, no pierde tiempo e idea un plan para robar la recaudación del evento más importante de NASCAR en Carolina del Norte. Para esto recluta a su hermano Clyde (Adam Driver) y a su hermana Mellie en el improvisado equipo. El último integrante es el experto en demoliciones Joe Bang (Daniel Craig), pero hay un pequeño problema: está en la cárcel.
Los autos rápidos y las carreras no son más que el paisaje de fondo para esta desopilante aventura familiar, en la que el complicado plan contrarreloj tiene todas las chances de salir mal. A eso se le suma el irascible temperamento de Joe, un secuaz improbable pero divertidísimo, que se roba el protagonismo de la película con su carisma. Daniel Craig pasa del distinguido James Bond al bruto criminal sureño con tanta gracia como Soderbergh, que pasó de los casinos y smokings de La Gran Estafa (Ocean’s Eleven, 2001) y sus secuelas a un ambiente mucho menos elegante, pero manteniendo la misma esencia.
Detrás de esta nueva aventura está la guionista debutante Rebecca Blunt, que parece ser la nueva obsesión de Hollywood: nadie sabe quién es y llegó a rumorearse que ni siquiera existe. Se especula desde un seudónimo de Soderbergh para su propio guión (no sería la primera vez) hasta la mano de su esposa, quien ya tiene antecedentes como escritora, pero nadie lo sabe a ciencia cierta. Ni siquiera el elenco, que jamás vio a la guionista en el set.
Pero el director asegura que existe y que ya está trabajando en nuevos proyectos que podremos ver más adelante.
Por ahora, a sentarse con un buen balde de pochoclos a disfrutar durante casi dos horas de esta historia que no requiere gran esfuerzo sino que está hecha a la vieja usanza del Hollywood menos ampuloso: el que sólo busca entretener.