La estafa de los Logan: Los Dukes del atraco.
Llega la nueva película de Steven Soderbergh y es es más inteligente de lo que apriori podemos, incluso, pensar de sus personajes.
Es increíble la versatilidad de un realizador como Soderbergh, que luego de ganar premios Oscar, revitalizar un film de culto y hacerlo saga como la de Ocean’s Eleven, y pasar al thriller con Side Effects, e incluso pasar por el cine de espionaje/acción con Haywire, y aún hoy siga reinventándose con una película que, a simple vista, puede parecer tonta o naif, pero que encierra muchos mensajes para más de un visionado.
Los Logan son tristemente famosos en un pueblo de Virginia occidental por su (quizás) exagerada “mala suerte”: accidentes, muertes o simples percances hacen que las generaciones que antecedieron a Jimmy (Channing Tatum), Clyde (Adam Driver) y Mellie (Riley Keough) los dejen con un legado, más que nada verbal, de mufa eterna.
Jimmy es un trabajador de la construcción que tiene un pequeña hija y está separado de la madre de ésta, interpretada por Katie Holmes. La niña vive con su madre y una nueva familia que son el típico arquetipo de sureño “grasa” pero que quiere sobresalir por la media.
El conflicto llega cuando la niña va a mudarse de estado con su nueva familia, y para colmo de males, Jimmy se queda sin trabajo. Entonces el encantador sureño decide quebrar la mala racha de su familia ideando un plan más que descabellado: robar el Charlotte Motor Speedway de Carolina del Norte; una famosa carrera de NASCAR.
Para ello no solamente tendrá de aliados a su hermana y hermano con medio brazo, sino que contratarán a Joe Bang (un Daniel Craig casi irreconocible), un presidiario al que le faltan 5 meses para cumplir su condena y es experto en explosivos. Aquí también se hurde un plan para que Joe salga, haga su trabajo y vuelva al presidio sin ser detectada su ausencia. Pero revelar más de la trama sería pecaminoso para esta crítica, solo decir que el plan principal se complica y el robo deberá efectuarse durante la celebración de la Coca-Cola 600, el evento más popular de la NASCAR del año.
La estafa de los Logan (Logan Lucky, 2017) no es una película simple, aunque se la quiera tomar a la ligera (y puede hacérselo), pero así como Sin nada que perder (Hell or High Water, 2016), este film retrata al bruto del sur como una víctima de un sistema que lo aleja más de la educación y en la que tiene más posibilidades de ser soldado que un buen empresario. Aún así, aunque sin adelantar nada, la suerte de los Logan cambiará, porque nunca hay que subestimar al iletrado, o al que le falta educación escolar, porque quizás tenga más medios y sea más inteligente (a otro nivel) que vos.