Tras su “abandono” del cine (que finalmente no fue tal) y su brillante incursión en el universo de las series con The Knick, el prolífico director estadounidense regresa con esta muy disfrutable comedia de acción.
La estafa de los Logan es de esas películas que ya no se hacen porque los estudios no quieren financiarlas (aunque su presupuesto como en este caso no llegue a 30 millones de dólares) y se supone que ya no tienen público (porque el espectador se reserva solo para los grandes eventos que representan los films de alto impacto). El nuevo largometraje de Soderbergh basado en el siempre sorprendente y eficaz guión de la debutante Rebecca Blunt es un entretenido ejercicio de género que combina drama, comedia y thriller con eje en el robo durante una multitudinaria carrera de autos de la categoría NASCAR.
Channing Tatum -a esta altura actor-fetiche de Soderbergh- es Jimmy Logan, un hombre de West Virginia que pierde su trabajo en la construcción por un problema en una pierna. Desempleado y casi sin poder ver a su pequeña hija Sadie (Farrah Mackenzie), ya que ha perdido la custodia a manos de su ex esposa Bobbie Jo (Katie Holmes), se convierte en el antihéroe perfecto, un alma en pena, un auténtico loser. Desesperado, convence a sus hermanos Clyde (Adam Driver) y Mellie (Riley Keough) de dar el golpe con la ayuda de un preso experto en explosivos (Daniel Craig), al que además deberán sacar de la cárcel.
La película funciona razonablemente bien (en algunos casos muy bien) en todos los terrenos: como drama de familia disfuncional, como comedia absurda sobre la América white trash, como ejercicio de género (menos canchero pero igual de virtuoso que Baby Driver) y, aunque el fantasmas de la saga de La gran estafa sobrevuele en varios momentos, La estafa de los Logan tiene vuelo propio.
Con un simpático uso de las canciones de John Denver (todo el soundtrack es excelente), con atractivos personajes secundarios a cargo de Jack Quaid, Brian Gleeson Seth MacFarlane, Katherine Waterston, Dwight Yoakam y Hilary Swank, entre otros, el director de Sexo, mentiras y video, Traffic, Erin Brockovich, una mujer audaz y Efectos colaterales regala un film querible y (a mucha honra) demodé. No está muerto quien pelea.