Un tipo se queda sin trabajo, con su hermano planean un golpe en una pista de Nascar, tienen que sacar previamente a alguien de la cárcel y el robo es una locura. Sí, Soderbergh ya hizo “La gran estafa” (tres veces) pero parece que esto del engaño y de los chorros le atrae, así que vuelve al ruedo. ¿Qué decir? Divierte, los actores deciden pasarla bien y las peripecias son creativas, lo que disuelve –y menos mal– cierta tendencia al retrato social del realizador. La sonrisa es la mejor lupa.