UNA ESTAFA CON GRACIA
Steven Soderbergh quiere ser un autor, ese rasgo siempre está presente en su cine y hace de todo para que recordemos que estamos viendo una de sus películas. Adapta novelas importantes, toca temas “importantes”, le gusta retratar la sociedad, y en sus elencos suele acumular nombres y renombre. Soderbergh es insoportable, sí, pero no nos confundamos, no es el pedante de Aronofsky, ni un ser despreciable como Iñárritu, y esto es básicamente porque a veces es capaz de despegarse un poco de sus pretensiones para dejar fluir una historia hacia donde debe. Ese es el caso de La estafa de los Logan.
Y sí, el tipo que abusó de la franquicia de Ocean’s eleven vuelve a hacer una de robos sofisticados, aunque esta vez logra que la pasen bien los espectadores y no sólo George Clooney y sus amigos. Luego de ser despedido a causa de su renguera, Jimmy Logan (Channing Tatum y su solidez) planea junto a su hermano Clyde (Adam Driver) y su hermana Millie (Riley Keough) un robo innecesariamente complicado durante una masiva carrera de NASCAR. Para tales fines, contratarán a un experto en explosivos llamado convenientemente Joe Bang, interpretado por un divertido Daniel Craig.
El principal acierto de Soderbergh aquí es dejar que el tono paródico le gane al resto de sus vicios autorales. Y funciona, porque no sólo se ríe de las películas de robos, se ríe de sus propias películas. Por allí aparecen sus ganas de comentar algo sobre la América blanca profunda un poco olvidada y sus bacanales de deportes, comida chatarra, cerveza y cosificación, pero es un elemento que aparece de manera lateral y del que se burla sin cinismo. Incluso, sorpresivamente, en algún momento se deja llevar por el melodrama familiar, contando la relación del personaje de Tatum con su hija Sadie (Farrah Mackenzie) con soltura y sensibilidad, como si nunca hubiera filmado ese bodoque sin emoción llamado Contagio (2011) o esa montaña rusa del aburrimiento que es Efectos colaterales (2013).
La estafa de los Logan no es una película perfecta, es despareja y se estira innecesariamente. Esto se nota sobre todo en la última media hora, una vez concluido el robo, donde hay toda una subtrama genérica sobre el FBI investigando toda la cuestión, llevada adelante por una agente interpretada por Hilary Swank, que es la persona que peor ha imitado el acento sureño en la historia. Bueno, quizás exagero, pero su actuación desconcierta y esa parte de la trama no lleva a ningún lado. Por supuesto, al final hay un montaje preciso con música canchera que cierra todos los huecos del guión, porque hasta ese momento en el que se atan todos los cabos, más allá de ser divertida la película es cualquier cosa.
Soderbergh, como los Chalchaleros, anunció un retiro que parece que nunca llegará, y su obra, al igual que la de aquellos, alterna entre la irrelevancia y los buenos momentos. La estafa de los Logan, es uno de esos buenos momentos que, hay que decirlo, tiene uno de los mejores chistes del año que involucra a la sobrevaloradísima Juego de tronos, lo cual no es poco.