Muchos dirán, o encuadraran, a este filme, producido por la factoría Disney, como una gran fabula, pues entonces demos algún elemento primordial de las fabulas para que la misma se constituyan como tal.
Toda fabula termina con una moraleja de signo formativo tendiente a valores morales o éticos, nunca debe caer en términos de doctrina.
Pues bien, sin comparar con Esopo, digamos que el guión, escrito por el mismo que cumple con la función de director, intenta construir un cuento fantasioso priorizando el tema de la paternidad, y lo hace a través de un cúmulo de recetas, una mas edulcorada que la otra, plagada de múltiples golpes bajos y, por si esto no alcanzará, intentando discurrir sobre infinidad de temas, ninguno bien expuesto y menos aún profundizado.
El tema inicial de esta producción, catalogada como “comedia familiar”, es la adopción.
Cindy Green (Jennifer Garner) y Jim Green (Joel Edgerton) se enfrentan en la primera escena a una junta de adopción, donde deben explicar y justificar las razones por las que pondría ser considerados legalmente aptos para ese fin..
¿Por qué una pareja decide adoptar un niño? Varias pueden ser las razones, muy diferentes pues puede haber infinidad de motivos. Reduciendo el espectro digamos que, en la mayoría de los casos, la idea de adopción surge luego que, estos futuros padres, son informados por algún especialista que él o ella, o ambos, no son aptos para asumir la paternidad, o en un punto más flexible es que podrían no ser compatibles. También es muy común el sentido de solidaridad con los niños abandonados.
En los primeros casos hay etapas en que las parejas cumplen en su desarrollo hasta llegar a la idea de adoptar a un niño. Posiblemente luego del normal estado depresivo que provoca esta noticia, la más importante es poder elaborar el duelo de no ser aptos biológicamente. Una vez pasadas estas etapas de ahí a la idea hay un paso.
En esa sala donde Jim y Cindy enfrentados a esa junta deben mostrar su condición de aptos para la adopción, narran una historia que anticipan y les, (nos) parecerá increíble.
¿Tras la noticia de no ser aptos para la paternidad, la pareja entra en un estado depresivo, de angustia, de dolor insostenible, que les dura a lo sumo dos horas?
Luego botella de vino en mano, deciden seguir con sus vidas, para eso escriben y describen las cualidades que hubiese tenido su hijo, esas hojas son puestas en una caja de madera, parecida a la que lleva Martin Sheen en “El Camino” (2010), aunque en ese caso era de metal, que termina cumpliendo las mismas funciones, o sea de una urna fúnebre.
La joven pareja entierra en su jardín la cajita con los deseos de cómo sería su hijo.
Lluvia torrencial, truenos, y aparece nacido de la “Madre Tierra” Timothy, un niño de casi 12 años que empieza a cumplir con todas y cada una de las expectativas de los “padres”
La llegada de ese niño frente a toda la parentela esta tan justificada como la irrupción del salariazo prometido por Carlos I de Añillaco, allá por el 1989, o a la no devolución en dólares de los depósitos en esa moneda prometido por el, “yo no lo vote”, presidente Eduardo Duhalde el 01 de enero de 2002
Volviendo al filme, toda esa fantasía va a narrar como ira ese chico cumpliendo con los deseos enunciado por sus padres, mostrará los errores que ellos incurren en la educación de un chico de 12 años. Aguante Kaspar Hauser
Lo primero que el guión deja de lado es que quienes enseñan a ser padres a los padres, son los hijos, aunque el modelo parental haya contribuido con modelos a elegir o en muchos casos a desestimar.
“A menudo los hijos se nos parecen
Y así nos dan la primera satisfacción
Esos que se menean con nuestros gestos
Echando a mano a cuanto hay a su alrededor”.
Gracias Nano.
Pero parece que el gran cantautor catalán no es muy popular en el gran país del norte, pues nada de eso se ve reflejado en el filme.
El tema inicial queda olvidado para convertirse en la mirada de un niño diferente, no sólo desde lo visible, ya que se lo postula como toda dulzura.
El tiene el don de ver el lado positivo de todo, sólo quiere satisfacer el deseo de sus padres, lo que debería trabajarse desde la naturalidad se nota tan forzado en el desarrollo del personaje del niño que termina teniendo tanta frescura como el desierto de Atacama.
Digamos que salvo los intersticios temporales, en que el filme retorna a la actualidad de la sala para mostrarnos los cambios que se van produciendo en el equipo de jueces que conforman la junta. Se puede decir que es una realización con una estructura narrativa clásica, con personajes maniqueístas en el sentido de la dualidad entre los buenos y los malos, con algunas excepciones. Pero Timothy es el abanderado del bien.
Todos los rubros están en función empática con el texto: música tal edulcorada como toda la producción; dirección de arte sin demasiadas pretensiones, en el que la fotografía basa sus elecciones en que los elementos se vean, no hay búsqueda estética de ninguna naturaleza; en cuanto al guión, donde el conflicto nunca termina de serlo, se va diluyendo a medida que transcurren los minutos, al mismo tiempo que todo se vuelve exageradamente previsible, por ende aburrido.
Posiblemente las actuaciones sean de los más loables, sobre todo por algunos personajes secundarios como James Geen (David Morse) o Ms. Bernice Crudstaff (Diane Wiest).
El punto es que no se sabe a quien va dirigido: no es para niños pequeños, no; no está destinado a un público adulto; no es para adolescentes, ni tampoco para púberes, si desde lo discursivo, y con el único motivo de proteger a niños en edad escolar, tampoco la recomiendo.
En definitiva este cuento de hadas es sólo para Los Ángeles. La interpretación de lo dicho queda a criterio del lector.
En síntesis, una cantidad de elementos fundacionales de la vida cotidiana de cualquier familia, banalizada con el sólo argumento de ser una ilusión. Lamentable
Podría ahora entrarle al filme por el apellido (Green) de los personajes, pero, como ya me dijo mi colega y amigo Iván Steinhardt, sería gastar pólvora en chimangos.