ABUBAKAR tiene 46 años y participa de las Zikr, danza rituales que hacen los musulmanes sufís chechenos. En cada Zikr se llega al éxtasis y para ABUBAKAR es un exorcismo, una liberación de todo lo que ha padecido este pueblo en tantos años de ocupación. La presencia de su madre, su mujer y de sus nueve hijos generan que aparezcan fantasmas del pasado y el presente: historias de la deportación de 1948, las hijas bajo el peligro de los secuestros, la ciudad de Grozny en la actualidad, luces, sonidos, paisajes, rostros ocultos detrás de gastados muros, permiten que se corporice la memoria y se mezcle con la realidad. Es el reencuentro cotidiano que un checheno hace con dos pilares de su sociedad, la fe y la cultura, encarnadas en las Zikr en donde se mezclan lo sagrado con lo profano. ABUBAKAR lo define como un acto de resistencia donde se reúnen con sus muertos y sus dolores a través de la danza, la música y la oración.