Como cada año, el cine aprovecha la excusa de la llegada de Halloween para estrenar películas relacionadas al género del terror, la fantasía y la ciencia ficción. Por supuesto que los niños no quedan exentos de esto y para ellos también hay. Una pena que pudiendo sacar partido del contenido tan rico que ofrecen los sustos, con la libertad creativa que otorga el miedo, un film animado sea tan aburrido. Pese a que el título original de La Familia Monster es Happy Family, el producto final está lejísimos de darnos felicidad; mucho menos a los cuatro protagonistas.
Resulta que Emma es una madre absolutamente frustrada y enojada con su vida, que tiene la bendita idea de asistir a una fiesta de disfraces en familia y reflotar el mal momento existencial que están pasando. Por mágicas razones, el Conde Drácula se enamora de ella y la quiere convertir en su vampiresa, por lo que envía a una bruja a que la transforme. Por error, los cuatro integrantes acaban convirtiéndose en criaturas horrorosas y la única manera que tendrán de revertir el hechizo es colaborando juntos (cliché).
Relatado así hasta parece una idea simpática, incluso el hecho de que no se aplique la famosa mordida en el cuello lo hace más atractivo. Bueno, lamento decirles que para que todo esto ocurra se dan interminables minutos de diálogos increíblemente lentos, bromas muy aburridas y escenas de sobra por doquier que hasta los niños más pequeños de la casa notarían; ni hablar de las escenas inconexas.
Personajes clásicos de la Universal como Frankenstein, La Momia y el Hombre Lobo son tan interesantes que los hemos visto en otras excelentes producciones infantiles, como es el caso de Hotel Transilvania, pero esta coproducción entre Reino Unido y Alemania que dirigió Holger Tappe está muy alejada de la calidad que tienen las grandes compañías, y no me refiero a lo visual, sino a la capacidad de entretener y a la falta de originalidad en la mayoría de los aspectos. Con un anticipadísimo desenlace, La Familia Monster es una de las propuestas animadas más sosas que vi en mucho tiempo, y eso que les habla la misma redactora que se encargó de reseñar Mi Pequeño Pony. Háganme caso (y háganse un favor) y no se dejen engañar por la simpatía del poster de la película.