Por fin se estrena la última creación de uno de los directores más personales y audaces del momento, el griego Yorgos Lanthimos. Viene precedida por diez nominaciones a los premios Oscar en los rubros principales, incluida película, director, sus actrices, guión, y por premios en especial su protagonista. El realizador, con el guión original de Deborah Davies, que luego fue trabajador por Tony McNamara y el director, nos deleita con una tragicomedia, una feroz mirada sobre los juegos del poder y del deseo. Tiene como escenario a la Inglaterra del siglo XVIII, y su reina Anne, pero con geniales mecanismos que la alejan del film de época, para convertirla en una mirada inteligente y contemporánea de la sociedad. Tensando los hilos de la sátira y los diálogos filosos y certeros, con travellings vertiginosos, uso de ojo de pez, grandes panorámicas, luz natural y de velas (homenaje al “Barrry Lindon de Kubrick) el artificio y la lejanía, transforman lo que se ve en un juego macabro e ingenioso. Una mirada implacable sobre las relaciones peligrosas del placer y el manejo político. Una reina, dominada por otra mujer que se desentiende de la realidad, enferma y caprichosa. Una tercera en discordia que se transformará en su nueva favorita. Y una corte de hombres ambiciosos y necios, que quieren su tajada y se entretienen con juegos tontos y provocativos. El trío de actrices no podía ser mejor: La reina encarnada por Olivia Colman tiene todos los matices, los laberintos del egoísmo, la sabiduría tardía, los males de su cuerpo. Y como sus amantes dos interpretes que se sacan chispas: Rachel Weisz y Emma Stone. Vitales y despiadadas en un mundo que nunca da treguas y donde jamás piensan darse por vencidas. Sexo y ambición, egoísmo y manipulación, la fabula amoral no podía ser más brutal y seductora a la vez. No se pierda esta película provocativa y muy entretenida.