La Favorita: Una atractiva competencia.
Yorgos Lanthimos reunió un elenco de tres estupendas actrices para meterse en este enfermizo drama de época visualmente precioso.
Pocos elementos narrativos como el uso de la cámara lenta en secuencias, habilidad en el emplazamiento de la cámara o la mismísima elección de las actrices, por parte de Yorgos Lanthimos, han caído como anillo al dedo al estilo de época de la película.
En este caso nos vamos a principios del siglo XVIII. Mientras Inglaterra está en guerra con los franceses nosotros nos metemos en un palacio donde reside una frágil reina Anne (Olivia Colman) ocupa el trono y su íntima amiga Lady Sarah Churchill (Rachel Weisz) gobierna el país en su lugar mientras atiende la mala salud de Anne. Hasta que llega una nueva sirvienta, Abigail Masham (Emma Stone) y todo se empieza a complicar para Sarah.
Con el guionista Tony McNamara y una guionista debutante como Deborah Davis la película logra armar personajes intrigantes, fuertes y malvados, con un arco de trasformación espectacular. Durante la película apreciamos a una Abigail hermosa, en decaimiento, la cual intenta mejorar su vida, por lo que aprovecha que Sarah le da trabajo. A la vez consigue armar su camino debido a que Sarah anda muy ocupada con la política de guerra del momento.
La pieza clave es la reina en este partido de ajedrez competitivo entre estas mujeres. Ambas, Abigal y Sarah, intentan estar a su lado. Reina es interpretada por otra reina, la ganadora de un Golden Globe por esta interpretación, Olivia Colman, quien tuvo que aumentar de peso (Unos 16kg) para la caracterización. Mujer frágil, hilarante como afligida, generando momentos de dolor y risas como pocas veces un personaje lo logró. Emma Stone y Rachel Weisz hacen un enroque con sus respectivas importancias con sus protagónicos que le otorgan un ritmo interesante al film, con una rivalidad formidable.
La carencia de héroe, o en este caso, heroína, le otorga por momentos un tono mórbido de escasa moral. Además de mostrar que en esta película no se humilla a las mujeres pretendiendo que sean inocentes, sino que la astuta maldad se sirve como un vino exquisito. Mientras Stone y Weisz se sacan chispas de forma genial como dos alfiles, torres o caballos en un partido de ajedrez, la reina, Olivia Colman, lleva la corona de manera magistral.
Yorgos Lanthimos logra una de sus películas más accesibles y abismales, haciendo un gran trabajo sobre este tablero de ajedrez donde se disputan la devoción de la realeza. Filmada en Hatfield House en Hertfordshire y Hampton Court Palace, Lanthimos logra un estupendo trabajo entregando una visión extraordinaria mediante angulares y travellings, acercándonos o siguiendo al personaje, metiéndonos en esta excelentísima puesta en escena que recuerda a muchas películas, como Amadeus (1984) o The Draughtsman’s Contract (1982). La fotografía excelsa de Robbie Ryan (American Honey) otorga claroscuros magníficos y distorsiones de gran angular como si fueran cámaras ocultas en un maravilloso lugar, musicalizadas de forma espléndida, contribuyendo al clima que se logra en cada escena.
La belleza e inteligencia nunca fue tan bien conciliada como en esta película. La responsable del diseño de vestuario, Sandy Powell hizo un alucinante trabajo con la mayoría de los trajes, vestidos y pelucas, ya que fueron hechos desde cero. El presupuesto era muy ajustado, por lo que no era posible alquilarlos. Los comienzos del siglo XVIII rara vez se representan en películas, por lo que pocas casas tenían mucho stock disponible.
Casi cada encuadre es una obra de arte que toma vida gracias a los estupendos personajes que la componen, y por los movimientos y posicionamientos de la cámara que los acompañan por todo el palacio.