Tras una sostenida escalada en festivales internacionales de cine y la generalizada aclamación de la crítica, el director griego Yorgos Lanthimos (Colmillos, Langosta, El sacrificio del ciervo sagrado), desembarca en los cines del mundo con una millonaria producción ambientada a comienzos del siglo XVIII, dotada de un tono menos hermético que el de sus obras anteriores y propulsada con un sostenido ritmo narrativo.
Los habituales dardos de sordidez del realizador, se ven aquí matizados en el primer tramo del relato con apuntes de un humor que deambula entre el absurdo y el grotesco. En el centro de la escena están la reina Anne (una Olivia Colman como posible candidata a llevarse el Oscar a Mejor actriz protagónica, aunque su brotado desempeño esté claramente unos peldaños debajo de la principal aspirante al mismo galardón, Glenn Close por La esposa), la duquesa de Marlborough (ultra precisa Rachel Weisz, también nominada), y Abigail, una noble caída en desgracia (Emma Stone, dando en la tecla con el único personaje que despliega un mayor arco de matices, y sumándose junto a sus compañeras de elenco a la carrera por el codiciado premio de la Academia).
Por su deteriorada salud física y mental, la reina Anne delega toda decisión política en su asesora y amante Sarah Churchill (la mencionada duquesa de Marlborough). Mientras que Abigail hace su entrada como sirvienta en el palacio, con su vestido todo embarrado tras ser empujada por un libidinoso patán desde un enclenque carruaje. De comienzo a fin de este crispado relato de intrigas palaciegas, queda en claro que las mujeres son las que esgrimen el poder, ya sea desde la defensa frente a sus contrincantes masculinos, o desde la manipulación y el juego de tensiones entre ellas mismas.
Los toques de sarcasmo presentes en el primer tramo del film, se encargan de remarcar que no estamos ante otra acartonada película ambientada tres siglos atrás. Uno de los divertimentos puertas adentro del palacio consiste en insólitas carreras de patos, mientras que la reina cada tanto permite soltar los 17 conejos que tiene enjaulados en su habitación. Sin embargo, con el correr del metraje ese tono ligeramente irreverente se va diluyendo, y la tensión dramática se acerca a la de otra legendaria película de época que desarrollaba un magistral abanico de pasiones y traiciones: Relaciones peligrosas. El permanente uso de planos captados con gran angular, tiene la pertinente intención de marcar cierta impronta de artificio y distanciamiento, aunque por momentos resulta un tanto abusivo.
El mayor acierto de esta propuesta consiste en circunscribir toda la acción a lo que sucede puertas adentro del palacio. No hay ni un solo plano de la batalla que Gran Bretaña libró en ese entonces con Francia, y tampoco hay en este film un afán de rigor histórico, sino más bien la avidez de indagar en los mecanismos del poder, el empoderamiento feminista y las luchas de clase. Los diálogos no van en dirección de una impostada declamación de época, sino que fluyen a velocidad picada con expresiones y giros contemporáneos. La película se maneja con soltura en los márgenes del anacronismo, sobre la base de una elaborada ambientación de época, pero siempre transitando sobre premisas que tienen un marcado anclaje con la coyuntura actual.
Que una reina evidentemente desequilibrada gobierne los destinos de un país, es también reflejo de lo que está sucediendo en estos años en la escena política de una cuantas regiones del planeta. La resistencia con uñas y dientes frente a la caída en la escala social, es otro de los motores de una historia que tiene sus momentos de lucimiento e intensidad.
Si bien el progresivo abandono de la ironía que se despliega en el planteo inicial del relato, es el punto clave de cierto desplome en la mordacidad del film en pos de calar en una veta más dramática, Yorgos Lanthimos es capaz de mantener expectante a la platea. Los ingredientes de esta historia estaban servidos en bandeja para que el aclamado realizador desembocara en el mismo banquete de frialdad, sordidez y arrogancia, que había despachado en su película anterior, El sacrificio del ciervo sagrado. El griego en cambio, practica una pirueta afortunada, logrando no pasarse de rosca en sus pretensiones, y saliendo airoso de su primera incursión en el cine de alto presupuesto. Teniendo en cuenta la voracidad y chatura que predominan en la escena de la producción industrial, este logro tiene sabor a conquista.
The Favourite / Reino Unido-Irlanda-Estados Unidos / 2018 / 119 minutos / Apta para mayores de 16 años / Dirección: Yorgos Lanthimos / Con: Olvia Colman, Emma Stone, Rachel Weisz, Nicholas Hoult y Mark Gattis.