La favorita tiene todos los ingredientes que los miembros de La Academia aman, y por ello sus nominaciones al Oscar.
Es de época, mezcla actrices populares y con otras no tanto. Y es un poco irreverente con las tradiciones.
Además, muestra a mujeres fuertes. Lo cual está muy bien y en concordancia con los tiempos (y Hollywood) actuales.
Y si bien esto es algo que ya hemos visto más de una vez, aquí la diferencia la hace la impronta de su director.
A Yorgos Lanthimos lo conocimos con The lobster (2015) y The killing of a sacred deer (2017), dos películas geniales y muy particulares. Y que no son para cualquier paladar.
Con La favorita sucede algo similar, puede llegar a aburrirte mucho y no entrar en su código.
En lo particular, pude disfrutarla y reírme de su humor poco convencional.
Me gustó meterme en ese mundo, en lo banal y la importancia de las apariencias.
En la realeza y los tabúes. En la sexualidad de los vínculos y su utilización como armas.
En ese sentido la narrativa es muy buena, aunque se trate de una obra más básica y mundana que los trabajos previos del director. Tal vez, esto se debe a que el guión no es de él, cuando antes si lo había sido.
De todos modos, sus planos son muy bellos y llaman la atención. A nivel fotografía es soberbia. Incluso abusando un poco de los primeros planos y angulaciones no tan comunes. Tal vez, ahí radica su genialidad.
En cuanto a lo actoral, el cast (nominado al Oscar) compuesto por Olivia Colman, Rachel Weisz y Emma Stone, es estupendo.
Es en los intercambios de este trío en donde radica la identidad de la película. Cada una está excelente en su papel.
La favorita es de esas películas que es imposibles que pasen desapercibidas, ya sea de un lado, o del otro.
Ha levantado odios y pasiones.
En definitiva, es una película para no perderse y sacar sus propias conclusiones.