LOS CAPRICHOS DEL PODER
¿Qué es el poder? Seguramente el film de Yorgos Lanthimos nos dará varias respuestas a esta pregunta. Pero por sobre todo, nos muestra que es un trabajo que se lleva con la cabeza y con el cuerpo. Es que este director logra hablar sobre política desde diferentes aristas. Recurre para ello a una estética muy propia en la que utiliza su experiencia teatral para darle un tono paródico e hiperbólico al ambiente de la realeza.
La favorita centra su trama en la disputa de dos mujeres por ser la mano derecha de la reina. En esas peleas estratégicas uno accede a sus vidas. Esto implica momentos en los que se ve la exuberancia del poder, pero también los sacrificios que implica.
Como un juego de estrategia, el film va mostrando diferentes embestidas entre las dos mujeres cercanas a la reina. Mientras que Sarah y Abigail piensan sus próximos ataques y se están jugando su futuro, Anna (la monarca) disfruta de todo eso como un juego de niñas. Pero la lucha está dada desde lugares inhóspitos, es tal el capricho de la reina que sus conquistas parecen contar con momentos absurdos de entrega.
La película trabaja sobre la idealización de los lugares de poder. Sus personajes tratan de salvar su vida, ocupando ciertos altos puestos, pero entregan su cuerpo y orgullo y viven el día a día pensando que lo pueden perder. Y si fuera poco, disimulan eso mostrando seguridad para mantener las apariencias.
Lo artificioso toma gran impronta. La estética es un elemento muy importante para el director (fue posible verlo en El sacrificio del ciervo sagrado) porque encuentra en ella un refuerzo a lo que quiere decir. Desde la escenografía y el vestuario no sólo se nos cuenta una época, sino que también vemos un estilo de abundancia. Los objetos invaden los lugares así como el poder lo hace con ellos. El peso de la corona pareciera llenar cada uno de los huecos del lugar, generando esa sensación que da el poder, entre tenerlo todo y morir aplastado por eso.
El maquillaje y vestuario hacen juego con los lugares ridículos en los que se colocan los personajes para poder sobrevivir dentro de la realeza. Es posible encontrar algunos contactos con las estéticas de Tim Burton, pero Lanthimos le otorga un estilo propio. La música, por su parte, trabaja en conjunto con la escenografía para generar climas apropiados, tales como el dolor. A través de esto el film logra transmitir el letargo del sufrimiento y la intensidad. Es, además, la música la que mantiene el suspenso y la expectativa por las locas ocurrencias de la reina.