Sexo y poder en la Corte del exceso
No queda demasiado claro si La favorita, nuevo opus del director griego Yorgos Lanthimos aterrizado en tierras del Tío Sam, es una farsa sobre el poder o simplemente una carcajada frente a los discursos feministas tan en boga últimamente camuflada de comedia desmedida ambientada en la época del siglo XVIII. El empoderamiento femenino queda más que claro al haber elegido un trío de féminas para llevar a cabo la historia bajo el pretexto de un triángulo amoroso que se ve distorsionado por los desbordes de la propia película que el director de The lobster rápidamente suministra mientras la imagen adopta esa deformidad propia de los angulares que habitualmente emplea como parte del dispositivo de la puesta de escena.
Un triángulo amoroso entre mujeres, la criada, la cortesana y la reina de Inglaterra en plena guerra con Francia y con una crisis de poder importante a partir de los costos que genera mantener un conflicto con la otra potencia sin importar las muertes de un lado y del otro. Triángulo que rápidamente vomita sus vértices a la deriva en una atmósfera donde el lujo y la suntuosidad se acomodan en los brazos de la perversión, la manipulación a partir del sexo y el cuerpo como su límite. Tanto para el placer como para el dolor desde la pérdida o sencillamente el deterioro provocado por la angurria de la angustia. Es la angustia la que devora a la velocidad de la luz, mientras la comida ocupa el centro de enormes banquetes, desperdicio de carnes cuando el pueblo reclama fuera de las paredes de esa corte de reyes o reinas bulímicas.
Y el otro triángulo es del poder propiamente dicho para el cual el director de Canino, fiel a su ironía característica, juega la carta de la metáfora y deja trascender que esas mujeres extravagantes además de gozar ocupan los roles más importantes para que los hombres simplemente sean objetos utilitarios o escollos durante la travesía de lujuria, por ejemplo participen de la actividad de caza con escopetas que parecen falos.
La favorita es una película híper realista por donde se la mire, con una estética cuidada que la hace vistosa mientras diálogos ramplones cruzan los enormes pasillos de ese palacio atestado de objetos. La trama es sencilla y se apoya en el ascenso del personaje encarnado por Emma Stone, Abigail Hill, prima de Sarah Churchill (Rachel Weisz), quien opera en las sombras de la monarca Anne (Olivia Colman).
Estructurada en capítulos, la rivalidad entre las primas y la vulnerabilidad emocional de la monarca, marca las coordenadas de una comedia negra sobre el poder, la traición y la dependencia del sexo cuando de deseo se trata.
Tratándose del director griego y del antecedente de su anterior opus El Sacrificio del Ciervo Sagrado la miseria humana se encuentra en primer plano pero siempre desde la farsa sobre cualquier postulado dogmático e incluso fundamento político como el que podía prevalecer en un contexto histórico como el que envuelve la trama de este surrealista triángulo amoroso.