El director griego Yorgos Lanthimos vuelve con una de sus historias claustrofóbicas y con uno de sus trabajos más agudos. Lanthimos patea el tablero una vez más, en este caso inclusive para transformar su propio estilo. Así como lo hizo en "Canino" o en "Langosta", recurre a un único espacio, en este caso para desarrollar un relato inspirado en la reina Ana de Inglaterra.
El director dejó como telón de fondo las intrigas de la corte, la guerra con Francia y las decisiones administrativas para hablar de las relaciones de la soberana, personaje a cargo de Olivia Colman, y sus dos favoritas, Sarah Jennings (Rachel Weisz), la manipuladora esposa del general más influyente del reino, y Abigail (Emma Stone), una noble en la ruina que llega a la corte para pedir trabajo a su prima Sarah. Y lo hace especulando sobre una supuesta relación lésbica, traicionando deliberadamente la temporalidad con anacronismos tanto en la banda de sonido como en las coreografías, con recursos técnicos disruptivos, humanizando a los personajes históricos aún en sus defectos, y sobre todo poniendo al frente de la historia a tres mujeres y su relación con el poder.