La favorita

Crítica de Victoria Leven - CineramaPlus+

Un relato de época y una producción holllywodense no parece ser el binomio idoneo para el realizador griego Yorgos Lanthimos que se nos hace presente por filmes radicales como Canino (2009) producción griega y The lobster (2015) producción industrial europea y con actores de cierta popularidad .

La trama de La Favorita está construida a partir de hechos biográficos sobre la vida de la Reina Ana de Inglaterra por lo que el relato está situado a principios del siglo XVIII, más allá de que uno de los aciertos fundamentales de Lanthimos es generar una sensación de cierta atemporalidad.

La vida de la reina Ana puede resultarnos peculiar como la de toda soberana femenina en la historia de Europa, o sea ni tanto ni tan poco. Si hablamos de singularidades este filme toma el relato de época de base y propone a partir de él focalizarse en un mundo femenino para plantear un juego de corte satírico sobre el mundo de las pasiones, las ambiciones y los embrollos del poder, tópicos habituales en el mundo de la realeza y las ficcionalizaciones vinculadas al tema.

En la Reina Ana (Olivia Colman) se centra el juego, ya desde el inicio de la película la soberana vive una situación de enfermedad, algo que será creciente y definitivamente mortal. Pero, pareciera que hay otras cuestiones que la sostienen con vitalidad, y no solo son sus riquezas y las opulencias infinitas de su reinado, sino una relación tan fuerte como el deseo solo puede ser, un amor palaciego. Es con su amiga y mano derecha Lady Sarah (Rachel Wiesz) con quien develamos ese deseo mucho más íntimo que una amistad protocolar o un acuerdo de conveniencias.

El conflicto se impone entre ellas cuando la plebeya Abigail (Emma Stone) ex noble caída en desgracia que logra entrar entre las sábanas de La Reina y ganarse a la vez su confianza haciendo uso de los cuidados a su salud y la cotidiana compañía con la que logra posicionarse en el lugar de la peligrosa “favorita”.

Las huellas de Lanthimos están marcadas especialmente en dos lugares clave: uno, en la puesta en escena, el uso de lentes extremadamente angulares, planos abiertos y con la perspectiva desnaturalizada, sumado a secuencias de un montaje muy moderno y dinámico para un relato de esta índole.

Su audacia se hace presente imbricando elementos estéticos lejos de los cánones clásicos y generando de esta manera una mirada descontracturada y con ciertas audacias formales. Pero el contenido del filme no tiene ni la transgresión ni la fuerza suficiente como para que no se sienta que el relato es bastante estructurado más allá del decorado picante de las tres mujeres y las formas visuales del realizador griego.

Por Victoria Leven
@LevenVictoria