“La Feliz. Continuidades de la violencia”, de Valentín Javier Diment
Por Gustavo Castagna
El arco va de un extremo al otro, desde los inicios de los 70 hasta culminar en 2017 con un final abierto. Pero en ese trayecto hay odios, muertes, asesinatos, ajustes de cuentas, ajusticiamientos, actitudes racistas, secuestros, torturas, revanchismos, retornos.
Y todo en la Ciudad Feliz, glorificada por aquella aristocracia de inicios del siglo XX, disfrutada por los marginados y cabecitas negras con la eclosión del peronismo de los 40, ansiada por cualquier clase social hasta hoy, más allá o más de acá de decisiones económicas neoliberales que la olvidan hasta que el bolsillo (de nuevo) se vuelve flaco y debe volverse (otra vez) al paraíso custodiado por los lobos marinos.
Pero La Feliz. Continuidades de la violencia, la nueva película de Javier Diment (responsable de las esenciales, cada una a su manera, Parapolicial negro y El eslabón podrido) decide testimoniar e investigar el surgimiento y actividad de la CNU (Concentración Nacional Universitaria) y ese accionar feroz de la agrupación que llevó a asesinar a una estudiante de arquitectura en los inicios de la década compleja. Desde allí el documental oscila entre la cronología histórica (repleta de datos e informaciones) y los testimonios a cámara que describen a un mundo diferente, a una sociedad a punto de estallar, comandada por los servicios de inteligencia, la peor resaca de aquel peronismo de los 70 y la aparición de centros de tortura y muerte.
La Feliz ya deja de ser tal o, en todo caso, se convierte en un (otro) campo de concentración oculto al resto del mundo, es decir, a los veraneantes de la ciudad, a los concurrentes al casino, a los habitués de aquellos boliches de Constitución.
El paisaje desaparece y quedan las voces y los relatos del horror junto a las cicatrices y heridas expuestas desde la palabra.
Queda La Noche de las Corbatas y el terror llevado al extremo en esos lugares clandestinos donde el cuerpo desaparece y deja de ser tal para convertirse en una masa deforme que resiste el dolor. Hasta donde se pueda.
Queda la verborragia de Carlos Pampillón con su visión personal de los hechos del pasado, del presente y de un futuro que el sujeto prevé como aterrador – de acuerdo a su opinión – frente a la farsa de los derechos humanos y los crímenes de lesa humanidad.
También quedan los rebrotes del nazismo más actual en una Ciudad Feliz teñida de svásticas y asados donde se entrevista a cara descubierta a los amigos que actúan y piensan de la misma manera, de esa idéntica forma surgida en esos años 70.
Así es el arco temático que Diment propone y expone de un extremo a otro, iniciado hace casi medio siglo y cerrado con los hechos de 2017.
Corrijo: nada está clausurado en La Feliz y sus continuidades de violencia, diferentes de un extremo al otro de ese arco imaginario.
Pero con más de un punto o cercanía en común.
LA FELIZ. CONTINUIDADES DE LA VIOLENCIA
La Feliz. Continuidades de la violencia. Argentina, 2018. Dirección, guión y montaje: Valentín Javier Diment. Música: Alejandro Soler. Fotografía: Claudio Beiza. Duración: 87 minutos. Se exhibe los sábados de abril a las 18 en el MALBA.