Mar del Plata, o popularmente conocido como “La Feliz”, es un lugar turístico, donde principalmente durante el verano suelen acercarse visitantes de todo el país para disfrutar de sus playas y las noches de teatro a cargo de figuras del espectáculo. Pero Mar del Plata también tiene su lado b, su parte oscura que no muchos conocen, y que Valentín Javier Diment se propuso mostrar en su nuevo documental titulado “La Feliz: Continuidades de la Violencia”, a base de una investigación periodística exhaustiva.
Con la experiencia previa que le dejó su documental ficcionado “Parapolicial Negro: Apuntes para una prehistoria de la triple A” (2010), Diment plantea la hipótesis de un paralelismo entre el surgimiento de grupos nacionalistas y neonazis en la actualidad en Mar del Plata con la violencia que se vivía en los años 70 en dicha ciudad; es decir, que desde entonces hasta ahora hubo una continuidad de brutalidad que, aunque se transformó en otros movimientos, nunca concluyó.
A partir de entrevistas con profesionales de distintas áreas (representantes de instituciones, investigadores de organizaciones, abogados, fiscales, etc.), figuras de movimientos sociales o partidos políticos, víctimas y victimarios en general, nos vamos interiorizando sobre este costado oscuro de Mar del Plata, que va desde el asesinato de Silvia Filler, estudiante de arquitectura, quien murió por el disparo de un arma de fuego de un miembro del CNU (Concentración Nacional Universitaria, organización terrorista ultraderechista) durante una asamblea del centro de estudiantes a principios de los años ‘70, pasando por “La Noche de las Corbatas”, donde secuestraron, torturaron y ejecutaron a un grupo de abogados laboristas y a sus familiares en 1977 (principalmente a través de uno de los testimonios más valiosos y conmovedores que presenta el documental a cargo de Marta García Candelero, secuestrada, torturada y violada en el centro clandestino La Cueva, y cuyo marido murió por los mismos motivos), hasta llegar a nuestros días con el surgimiento de movimientos neonazis y de ultraderecha que comete vandalismos en la vía pública y que arremete contra distintos grupos, como la comunidad LGBTQ o boliviana.
Pero además de las entrevistas, el documental se apoya en imágenes que acompañan los dichos de los entrevistados (ya sea para ilustrar un hecho o reafirmar la violencia), material de archivo proveniente de noticieros o juicios orales o transiciones que recrean la brutalidad de la que se está hablando. En este último punto también es de vital importancia la música, que escolta a las ilustraciones a través de su potencia.
Lo más valioso que tiene “La Feliz: Continuidades de la violencia” es sin duda su investigación periodística a cargo de Felipe Celesia, Pablo Waisberg, Federico Desántolo, quienes consiguieron fuentes significativas de ambas partes, con declaraciones trascendentes. Porque si bien se quiere probar una hipótesis, el documental no es tendencioso en el sentido de que solo te muestra lo necesario para confirmar su punto. Busca tener testimonios de todas las partes implicadas para que puedan dar su perspectiva sobre la situación. Es así como se habla de la violencia de un lado, y se reivindica la teoría de los dos demonios por el otro; como también tienen voz las víctimas de hechos brutales o personajes como Carlos Pampillón, líder del Foro Nacional Patriótico y un referente nacionalista.
“La Feliz: Continuidades de la violencia” es un documental que consigue mostrar el lado b de una ciudad a la que se la asocia con el verano, las vacaciones y el goce, pero donde ocurren hechos muchos más oscuros y brutales que no se conocen tan abiertamente fuera del lugar de origen. A través de entrevistas y una puesta visual interesante, el film logra traer testimonios valiosos de ambas partes implicadas con el objetivo de plasmar su hipótesis del paralelismo entre la violencia de los ‘70 y la de la actualidad.