La primera película animada que surge de las mentes de los creadores de Superbad, This is the End, etc, parece el resultado de un grupo de quinceañeros a los que se les dio mucho dinero, libertad absoluta, y el permiso de hacer todos los chistes que pudieran, con una sola regla: todos tienen que ser sobre penes, pitos o como les quieran decir.
La premisa de la película no es mala. En sintonía con lo que podría ser una Toy Story zarpada, esta historia transcurre en un mundo donde todos los alimentos de un supermercado, están vivos. Los humanos no podemos verlos, ni escucharlos, pero ellos no solo viven, sino que el único fin de sus vidas es ser parte de “los elegidos” que serán llevados al “gran mas allá”, como si fuera el paraíso.
Lo que ellos ignoran, y nosotros sabemos, es que cada alimento que sale, es consumido, y el mas allá no es otra cosa que una condena de muerte.
Con eso en mente, los guionistas se lanzan en una catarata de situaciones que, básicamente, son un chiste tras otro que tiene el mismo remate. Todo tiene doble sentido, todo tiene que ver con un pene, un orgasmo o una vagina. Los personajes secundarios son estereotipos que lindan lo ofensivo, y todas las ideas que hay en esta cinta mueren en la premisa, siendo la estructura del guión, básicamente la misma que una película clásica de Disney, pero forzada para que sea para mayores de 18.
Sinceramente es una lastima. La idea me pareció divertida, y hay un par de escenas salvables o rescatables en el guión, pero la vulgaridad (y eso que no me considero un pacato) embarra todo lo bueno que se podría haber construido. Y ese es el problema, no molesta por ser soez, molesta por no ser gracioso.
Espero que este fallido intento no trunque la posibilidad de que el día de mañana, tengamos una comedia animada absurda para adultos, pero con menos chistes de pitos, y más chistes graciosos.