Me pregunto si Seth Rogen y Evan Goldberg –también responsables de “Este es el Fin” (This is the end, 2013)- serían capaces de hacernos reír si les prohibieran los chistes sobre drogas y sexo. Lo más probable es que no, o por lo menos, no sabrían como manejar e incluir otros temas en sus películas.
Todos los realizadores tienen sus marcas personales, pero cansa cuando los argumentos siempre giran alrededor de un par de tópicos y nada más. Ser transgresor no significa ser divertido y gracioso, y ahí está el mayor error de “La Fiesta de las Salchichas” (Sausage Party, 2016).
La película animada, definitivamente no apta para niños (ni siquiera los menores de 13 como lo estipuló el INCAA), se vanagloria de ser una parodia de las aventuras de Pixar, una comedia con toques musicales llena de productos comestibles que viven una existencia placentera, esperando a que los “dioses” (los compradores) los elijan y los lleven al más allá. O sea, más allá de las puertas del supermercado Shopwell donde, creen, van a encontrar la “iluminación”.
Claro que no tienen la menor idea de lo que hacen los humanos con la comida, pero Frank (Rogen), la salchicha protagonista, no ve la hora de que llegue el 4 de julio para abandonar finalmente la tienda y poder unirse al amor de su vida, Brenda (Kristen Wiig), un pan de Viena bastante mojigata.
No hace falta imaginarse todos los chistes que se pueden hacer con este dúo. Además, súmenle todos los estereotipos raciales que se les ocurran de la mano de bagels, tacos y una infinidad de productos. Ojo, estas bromas no son nuevas, sólo que esta vez se trata de comestibles animados.
Por esas cosas del destino, Frank y Brenda salen de sus empaques y quedan varados en la tienda, mientras sus compañeros se van felices con los compradores. Por un lado, tenemos a la parejita sorteando obstáculos y a un poderoso enemigo: una ducha vaginal que perdió la oportunidad de ir a casa con un dueño. Por el otro, al pequeño Barry (Michael Cera), una salchicha deforme y conflictuada que descubrirá la verdad e intentará volver a la tienda para alertar a sus amigos.
Como verán, se parece al argumento de cualquier película para chicos, pero Rogen y compañía la saturan de chistes sexuales y fumados que, después de un rato, ya no causan tanto efecto. ¿Por qué? Porque ya los vimos en todas sus películas anteriores y, a pesar de que las referencias a la cultura pop son lo más divertido y que los personajes funcionan muy bien en el contexto, la sátira se queda por el camino y no es mucho más que una acumulación de vulgaridades que pueden sonrojar y divertir a un adolescente de hormonas alborotadas, pero no a un espectador menos predispuesto.
“La Fiesta de las Salchichas” maneja ese humor tan particular de Rogen, Jonah Hill, James Franco y compañía, pero carece de la habilidad narrativa de, por ejemplo, un Judd Apatow. No molesta la transgresión ni la parodia, sino la repetición y la falta de ideas. O sea, se llama “La Fiesta de las Salchichas”…, y claro que suena a película porno de cuarta. A muchos les resultará hilarante, original y desenfadada. Para otros, una comedia subidita de tono del montón, sólo que protagonizada por embutidos animados cachondos.