Evan Goldberg y Seth Rogen son amigos de la infancia, y una dupla de trabajo inseparable. Juntos han escrito cosas como “Super Cool” (2007), “Superfumados” (2008), “El Avispón Verde” (2011) o “Este es el Fin” (2013); la mayoría protagonizadas por Rogen.
Pero, además de escribir, siempre estuvieron ligados a sus proyectos, ya sea actuando, dirigiendo o produciendo esas obras infernales que salen de sus cerebros. Y a lo largo del camino se han hecho amigos de una cantidad de artistas que comparten su mismo sentido del humor, preferencia y gustos.
A esta altura se podría decir que son casi como una secta: Judd Apatow, Jonah Hill, Bill Hader, Michael Cera, Jay Baruchel, James Franco, Danny McBride, David Krumholtz, Craig Robinson, Paul Rudd. Todos aparecen en sus filmes contribuyendo de alguna manera (en el guión, siendo protagonistas, actuando sólo algunos minutos, produciendo, pero siempre están allí presentes).
“La Fiesta de las Salchichas” (Sausage Party, 2016) es el último delirio pergeñado por esta gente, una película cuya trama parece salida de una noche intensa en la que no faltaron drogas. La leyenda cuenta que la idea surge de un chiste interno entre Jonah Hill y Seth Rogen mientras promocionaban “Super Cool” y “Ligeramente Embarazada” (2007). Cuando le preguntaban al primero cuál iba a ser su próximo proyecto respondía: “Se llama La Fiesta de las Salchichas”. El chiste se hizo realidad y, debido a la naturaleza bastante negra de la trama, el actor trabajó durante ocho años para que algún estudio se interesara por el proyecto.
La trama gira en torno a una salchicha que lidera a un grupo de productos de supermercado en una cruzada por descubrir la verdad acerca de su existencia y qué ocurre realmente cuando son elegidos de la góndola y salen del local. Todos los alimentos viven felices en los estantes del supermercado, esperando y soñando con el día que los Dioses (nosotros, los humanos) los elijan para irse con ellos al “Gran Más Allá”, pero cuando descubren la cruda verdad –o sea que se los llevan para comérselos– van a luchar para tratar de cambiar su destino.
Todo el filme es irreverente, con una incorrección política llevada al extremo y con un humor tan corrosivo como salvaje. Y esto ya se sabe al minuto, cuando comienza el filme con todos los alimentos cantando en el supermercado una canción titulada “The Great Beyond”, cortesía de Alan Menken, compositor estrella de Disney. Eso es un chiste también; que gente como Menken o los directores, tan relacionados a proyectos infantiles, trabajen aquí. Así como varios detalles, como por ejemplo que los personajes usan guantes blancos (guiño-guiño a la compañía del ratón).
También hay parodias de filmes de todos los tiempos –los más evidentes son “Top Gun: Reto a la Gloria” (1986), “Rescatando al Soldado Ryan” (1998) y “Terminator 2: El Juicio Final” (1991)–, se meten con la homosexualidad, la religión, el racismo, no le hacen asco a prácticamente nada. Y es genial que les den la posibilidad de poder realizar estos largometrajes de argumentos alucinógenos y zafados, que ofrecen algo distinto al mercado.
La idea de tocar todos estos temas tan brutalmente, con chistes bizarros y un humor tan demencial pero en una película animada es brillante. El contraste es, simplemente, hermoso. No se olviden de asistir a “La Fiesta de las Salchichas” –sin niños, por favor– porque la van a pasar muy bien. Diversión más que asegurada.