Sexo, drogas y rock and roll en esta animación para adultos aguda e inteligente.
En La fiesta de las salchichas nos encontramos ante un mundo colorido y feliz —exclusivamente para adultos— en el que los alimentos de un supermercado cobran vida. A los pocos minutos que comienza el film nos damos cuenta de que éste se ríe de la luminosidad y la línea moral que bajan las animaciones que rondan hoy en día y que de manera contestataria abarcará todos los temas políticamente incorrectos que puedan existir.
El líder de la historia es una salchicha desesperada por que un “Dios Humano” lo elija y lo lleve a la “Tierra prometida”, que se encuentra cruzando la puerta del supermercado. Allí podrá tener sexo con su adorado panecillo (una sexy cubierta de pan para hot dogs) y disfrutar por siempre.
El día que una persona lo escoge, debido a una serie de incidentes, y a una mostaza con miel al borde de la locura, descubrirá que ese más allá de la tienda no es tan ideal como le han contado e imaginado, y es así que, junto a un pan árabe, un bagel y su amada emprenderán un viaje para descubrir la verdad: morirán al ser deglutidos.
En esta divertida comedia donde los alimentos bailan, se drogan y tienen sexo, los chistes subidos de tono y el humor negro estructuran el relato. Pero La fiesta de las salchichas no solo se queda en la irreverencia. Vedada bajo este estilo de humor, la cinta alude al uso de las drogas, a conflictos étnicos, además de realizar una gran crítica a la religión católica.
La fiesta de las salchichas no solo entretiene con bromas agudas y osadas, la película, como una cebolla, posee varias capas: desde su excelente confección a nivel técnico, funcionando como una parodia sobre su propio género, vinculándose con tópicos adultos como los de la orientación sexual, conflictos sociopolíticos y religiosos, como también exponiendo la artificialidad del dispositivo cinematográfico a través de un recurso metadiscursivo que aparece hacia el final de la película.
Sexo, droga y rock and roll, en una historia elaborada e inteligente, incorrecta y también molesta, que entretiene de principio a fin.