Potente propuesta de género, que invita a la reflexión y al debate, sin dejar de entretener con su lograda tensión in crescendo, además de presentar un diabólico juego en el que nunca sabremos la verdadera cara de los protagonistas.
De relatos mucho más relajados a construir uno de los más osados thrillers de venganza del cine argentino, sino el más osado, Diego Fried transita a paso seguro su película llevando de la mano a un elenco a la altura de las circunstancias y que se presta al juego sin juzgar a los personajes.
Para no entrar en detalles, y dejar que se acerquen y puedan sorprenderse, como lo ha hecho este cronista en el momento de verla, “La fiesta silenciosa” es un preciso mecanismo narrativo que habla sobre tabúes y prohibiciones de una manera libre y sencilla.
La película está dividida en dos partes. Una primera, asociada a los preparativos de una boda en las afueras de la ciudad, con la presentación detallada de cada uno de los personajes, y una segunda en donde el deseo de venganza y justicia por mano propia de cada uno de ellos construirá un hipnótico espiral de violencia del que nunca podremos escapar.
Hay mandatos que Laura (Jazmín Stuart) debe cumplir, como contraer matrimonio, vestirse de blanco, hablar sólo cuando se lo piden y dejar el vino para los hombres, cosa de machos que no entra en la cabeza de ninguno de los personajes masculinos cada vez que transgrede reglas explícitas e implícitas patriarcales.
Laura es una mujer decidida, que se corre de lo políticamente correcto, patea el tablero y evita, muchas veces, de cumplir con lo establecido, arriesgándose y subvirtiendo normas sin importar el qué dirán.
Su padre (Gerardo Romano) la mira con desconfianza, su novio (Esteban Bigliardi), lo mismo, aún a horas de tomar una decisión que cambiará sus vidas para siempre, discuten por pequeñeces y evitan hablar con profundidad y madurez sobre aquello que callan.
Cuando Laura, joven, bella, deseante, conecte con una parte adormecida por la rutina, nada la haría suponer que aquello que imaginaba la iba a ayudar a salir del tedio la iba a introducir en una vorágine y un vértigo con el que se llevará a todos aquellos que conoce y a los recién conocidos también.
Mandatos, violencia, masculinidades puestas en jaque, cuerpos que se buscan, otros que se repelen, víctimas y victimarios que tiñen de sangre el impoluto blanco con el que la novia se iba a vestir. “La fiesta silenciosa” arriesga y gana, bucea en el género de venganza y construye un potente relato sobre las pasiones, los deseos y, principalmente, sobre la necesidad de reflexionar sobre aquello que desata pesadillas y que día a día cobra cada vez más víctimas y transforma a los hombres instantáneamente en monstruos femicidas orgullosos de sus presas.
Un elenco de lujo a la altura del relato, con una Jazmín Stuart impecable y sorprendentes actuaciones de Lautaro Bettoni, Esteban Bigliardi, Gerardo Romano y un lascivo Gastón Cocchiarale que suma poderío al relato.
POR QUE SI:
“Propuesta de género que invita a la reflexión y al debate sin dejar de entretener”