La forma del agua

Crítica de Victoria Leven - CineramaPlus+

Una vez más Guillermo del Toro decide llevarnos de viaje a un mundo imposible, fabulesco, mitológico, ensoñado y ante todo bello, bello como la imagen misma del agua que inunda la pantalla.

Seguramente recordamos El laberinto del fauno, su filme más cercano a esta nueva propuesta, hoy más madura, más arriesgada y seguramente con muchos más recursos económicos que en aquel primer viaje al otro mundo, ese otro mundo que tan bien parece conocer e imaginar a la vez este gran realizador.

La historia se podría sintetizar en la vida pintoresca y rutinaria de una joven, Sara, que padece la imposibilidad del habla, más no de escuchar todo lo que la rodea. Vive en un departamentito casi de juguete, instalado arriba de un gran cine de barrio, el “Orpheum” que ya casi no tiene espectadores aun cuando nos instala el relato en aquellos gloriosos años 50, y nos llena de imágenes en la gran pantalla de varios filmes icónicos e inolvidables.

No solo allí nos deleitamos con sus amorosos homenajes al cine y su historia, sino también a través de lo que se reproduce en la TV de la casa de su amigo. Un vecino y dibujante ya entrado los 60 años, gay, y que recibe los cuidados de esta joven a quien adora como a la hija que no tiene.

La jovencita trabaja en un lugar increíble, digno de un filme fantástico de este corte vintage, es como un gran laboratorio, centro de experimentos o algo así. Un espacio donde ella, junto a un séquito de mujeres, todas las noches después de las doce se dedica a hacer la tarea de limpieza del inmenso y misterioso espacio.

Mis detalles acerca del argumento se detendrán aquí, cuando les anuncie que un día llega al laboratorio una “criatura única” una mezcla de ser que algunos llamarían monstruo y otros un enviado de quien sabe que dimensión recóndita del planeta. Y si, definitivamente su llegada y las consecuencias del caso le cambiará la vida a todos, y en especial a la joven Sara.

En esta obra cinematográfica Guillermo del Toro mixtura tanto el universo de los personajes estilo comic, como si me recordara de alguna manera de Dick Tracy, filmes clase B sobre científicos y seres sobrenaturales, la narración con el modelo de mito / fábula y hasta unos destellos innegables que traen reminiscencias de aquella ingenua jovencita francesa “Amelie”, además de la estética extremadamente cuidada de aquel filme.

Emociona y embeleza con sus imágenes salidas del más bello cuento. Sin duda para amantes de las historias de amor, del fantástico y sobre todo para los amantes perdidos en los brazos del cine.

Por Victoria Leven
@victorialeven