Una reflexión lúcida
Las Islas Malvinas, su historia, la guerra y sus secuelas son uno de esos temas que manteniendo su estatus crucial para la identidad argentina, no termina de ser abordado en su totalidad. Y el cine, la propia historia de Malvinas en el cine de los últimos años, tiene múltiples ejemplos de lo inasible del tema.
Las Islas Malvinas, su historia, la guerra y sus secuelas son uno de esos temas que manteniendo su estatus crucial para la identidad argentina, no termina de ser abordado en su totalidad. Y el cine, la propia historia de Malvinas en el cine de los últimos años, tiene múltiples ejemplos de lo inasible del tema.
La forma exacta de las islas no pretende ser una película definitiva de la cuestión, pero en su intento de entender sus múltiples abordajes y los riesgos que toma a la hora de la puesta, la convierten en una película-ensayo que se acerca bastante a un todo, que por supuesto, puede incorporar otras miradas a futuro.
La literatura y el cine sobre Malvinas es el eje de la tesis de Julieta, que llega a las islas para terminar su estudio, pero allí conoce a dos veteranos que volvieron después de 25 años a encontrar su pasado, a cerrar heridas. Ese encuentro hace que Julieta cambie, se sume a los ex combatientes y luego, años después, regrese a ese territorio desolado, esta vez con Daniel Casabé y Edgardo Dieleke, los dos directores de la película.
Lúcida reflexión sobre el tiempo, el nacionalismo, el cine como vehículo para entender los procesos históricos y sobre todo para dejar un documento sobre la experiencia personal, en su búsqueda inteligente y original, la película está más cerca de personajes ficcionales pero tan reales como trágicos de Los Pichiciegos de la novela de Rodolfo Fogwill, que de esa supuesta épica que se le inyecta a la fuerza a todas las guerras.