Sobre Malvinas, sin guerra ni geopolítica
Tras diversas demoras se estrena este documental filmado en las Islas Malvinas. No se vincula, el estreno, con alguna fecha oficial evocativa de la Guerra. Y sólo por casualidad coincide con el actual impulso al Mapamundi de Arno Peters, que reconfigura el clásico (y colonialista) de Mercator. Esta no es una película sobre la Guerra, aclaran sus autores al comienzo. Ni es sobre geopolítica. Según vemos, es sobre personas que viven o vivieron en ese lugar lejano y desolado, y personas que quisieron ir a conocerlo, para confrontar la realidad con la fantasía, encontraron las huellas del dolor ajeno, sintieron las propias, y confirmaron que la vida sigue, siempre sigue.
Se alternan dos viajes. El primero, de Julieta Vitullo, 2006, estudiante de Literatura en Eetados Unidos que quiso hacer una tesis sobre las Malvinas en la narración literaria, desde Charles Darwin y Julio Verne hasta Rodolfo Fogwill y Carlos Gamerro. La chica fue a confrontar imágenes y se encontró con Carlos Enriori y Dacio Agretti, veteranos que volvían a rendir tributo a los suyos, 25 años después de la Batalla del Monte Dos Hermanas. Ella los acompañó con su camarita.
El segundo, 2010, lo hizo con Daniel Casabé y Edgardo Dieleke, documentalistas que la fueron filmando. Ahí se oye a la estudiante leyendo páginas literarias, y se la ve charlando con varios lugareños. Entre ellos, un holandés cuya esposa murió en Trelew, otro que recuerda las caras de aturdimiento postbélico y la vecina que vivió la II Guerra Mundial y ahora se le mezclan las contiendas, y el viejo John Fawler, del "Penguin News", conocedor, criterioso, humorista (después alguien nos contará de su tristeza).
La cámara aprovechó entonces a registrar diversos lugares bastante agradables, de atractiva calma, y los rostros atentos, a veces cordiales, de los isleños, como no se veían, por lo menos, desde "Argentinísima 2", de Fernando Ayala y Héctor Olivera, 1973. Habituada al viento y la soledad, si a esa gente se le preguntara por qué vive en ese rincón perdido del mundo quizá respondería como el viejo poeta cuando hablaba de su campo: "porque no es como aparenta, sino como yo lo quiero".
Pero en ese viaje de 2010 ya no eran los veteranos, sino Julieta quien volvía, con sus propios recuerdos. Casabé y Dieleke, hábilmente, entremezclan los registros, dejan para casi el final una toma clave, sin sonido, un recuerdo amargo dicho casi a cámara, y, después de un pequeño fondo negro, rematan con un registro de 2007, en otro lugar y con otra voz. La forma exacta nunca es exacta, ni objetiva. La historia personal se relaciona con la de los otros. Y nadie vive enteramente aislado, aunque a veces se sienta muy solo.