La actriz Michelle Yeoh leyó el guión sobre la vida de la activista birmana Aung San Suu Kyi e inmediatamente buscó la manera de filmarlo, por lo que acudió al director francés Luc Besson pidiéndole que dirigiera la película una vez que se consiguiera la financiación correspondiente.
La realización pudo ser rodada como una producción francesa en locaciones de Thailandia y lleva por título “The lady”, aunque en Latinoamérica fue cambiado por “La fuerza del amor”, mucho más apropiado para el mensaje de la historia que cuenta.
Sinopsis de “La fuerza del amor”
Aung San Suu Kyi regresa a Birmania, su país natal, para asistir a su madre que yace moribunda en un hospital de Rangún.
Durante su estadía en el establecimiento sanitario donde su progenitora está internada presencia una de las tantas represiones de la dictadura militar contra el pueblo manifestante.
Las brutales represiones provocan que ella les de protección a algunos de los activistas, y por ser hija de Aung San, impulsor y héroe de la independencia del país, es tomada como estandarte por los partidarios para instalar la democracia.
Emprender la actividad política significa estar alejada de su familia, que reside en Londres, y enfrentar a un régimen militar despiadado y aferrado al poder.
Su esposo y sus hijos continuamente la respaldarán y justificarán su vida.
Suu Kyi a pesar de los arrestos domiciliarios y de ser continuamente presionada por los dictadores logrará imponer sus ideas, mientras su marido hace conocer la situación que vive Birmania a los medios periodísticos internacionales y organismos de Derechos Humanos de todo el mundo, logrando con su actividad de difusión que a su esposa le sea otorgado en 1991 el Premio Nobel de la Paz.
Crítica a La fuerza del amor
Luc Besson al modificar el guión de Rebecca Frayn para sacarle el estilo del documental político que contenía, lo transformó en una biopic sobre la vida de la activista birmana dejando en la trama principal su relación matrimonial con Michael Aris, un inglés que alguna vez fue tutor de los príncipes de la familia real de Bhutan.
El guión está basado en hechos reales, pero debió agregársele algunas escenas de ficción por no tener un registro preciso de lo sucedido, y esa fusión de base logró escenas con ritmo y agilidad que no siempre se mantienen pero captan la atención del espectador todo el tiempo.
El personaje de Michael tiene tanto peso en la trama principal como el de Suu Kyi, y fue asumido por David Thewlis (que también cubre el rol del hermano de Michael) con una energía que trasciende la pantalla y lo perfila completamente.
Michelle Yeoh, actriz originaria de Malasia, logró en 2011, por esta película, ser la primera asiática en estar nominada para el premio Oscar como Mejor Actriz. Su composición es rigurosa, demuestra un gran poder de observación y hace que el espectador crea por momento estar viendo a la auténtica activista.
Dentro de una cuidada y meticulosa producción, Besson logró en esta realización darle importancia al hecho de que Suu Kyi siempre contó con el firme respaldo de su marido basado en el amor.
Esta forma de encarar las escenas minimizó la historia sobre la política birmana al fragmentarla en varias subtramas, a las que les da el nivel de ámbito necesario para contar la trama principal, por lo que el espectador recibe un mensaje subliminal que puede hacerlo pensar que “detrás de toda gran mujer hay un gran hombre” como variación de un refrán popular.
La película entretiene a todo el público con su trama principal que reproduce situaciones reales, aunque quizá a un sector del público que tenga un espíritu politizado le atraigan más las subtramas, aunque éstas hayan sido ficcionadas para servir de soporte al nudo del conflicto que se vive en un país del que se conoce muy poco en la Argentina, y seguramente el análisis de los cinéfilos le encontrará algunas reiteraciones y cierta densidad narrativa