El altruismo y sus riesgos
Equiparable a la reciente Historias cruzadas por su correctismo político y de género (histórico), La fuerza del amor (incomprensible traducción del más modesto título The Lady, “la dama”) gravita en el limbo de aquellos filmes que no arriesgan ni desbarrancan, ideales para una siesta de cable. Antecedido del aviso “basado en una historia real” que, claro, implica tras el cierre la revelación de lo que le pasó a sus protagonistas años más tarde en el “mundo real”, el filme de Luc Besson cuenta la vida de la activista birmana Aung San Suu Kyi (Michelle Yeoh) y la de su marido británico, el escritor Michael Aris (David Thewlis), a lo largo de años angustiosos.
Hija de un político birmano asesinado, Aung San vuelve de su exilio inglés a fines de la década de 1980 para convertirse en un ícono internacional del movimiento democrático de su país, el cual se enfrentaba de manera pacífica a una brutal dictadura militar que ya se extendía dos décadas (y que duraría dos décadas más). La altruista misión le valió a Aung San 15 años de arresto domiciliario en los que se separó del paciente Aris, quien muere antes que la liberen.
La excusa que da la anécdota para retratar al exótico universo birmano lleva a Besson a armonizar las escenas apaciblemente costumbristas con una pintoresca música étnica así como a exaltar los instantes en los que la multitud popular celebra sus logros con estruendos épicos que fuerzan la emoción. Los militares asiáticos son retratados de manera caricaturesca, acentuándose sus rasgos grotescos, violentos y decadentes en las secuencias más cruentas, mientras que la bandera de la embajada británica flamea en lo alto como símbolo de libertad.
Tal simpleza en cuanto a la caracterización de un bien y un mal tan definibles (y la reivindicación, sólo en apariencia ingenua, de un multiculturalismo global para nada triunfante en el “mundo real”) sumergen al filme en un clasicismo vacuo, amable, inofensivo: La fuerza del amor es tan progresista en su contenido como reaccionaria en su forma (una vía opuesta y radical de narrar episodios similares puede atisbarse en La chica del sur, de José Luis García).
Al final, la segunda historia (la de amor, entre Aung San y Michael Aris) es la que arroja la moraleja más paradójica: el pacifismo puede unir al pueblo, pero también separar matrimonios.