Ya no es necesario anunciar que en el cine argentino hay mucho cine de género. Tampoco hay que aclarar que el terror tiene un número creciente de títulos que van armando una historia en las últimas dos décadas de nuestro cine. Se han hecho en Argentina más películas de horror en este siglo que en todo el siglo pasado. Lo que cuesta es que aparezcan títulos que brillen en la taquilla y vuelvan a estas películas tan populares como lo son en otros países.
La funeraria (2020), con guión y dirección Mauro Iván Ojeda parte de ideas prometedoras pero no consigue plasmar su ambicioso plan. Las obras no se juzgan por sus intenciones sino por sus resultados y esta película no es una excepción. Bernardo dirige una funeraria y su familia vive detrás de la misma. Un planteo inicial muy interesante que tiene algunos momentos inspirados. El mundo de los vivos y de los muertos convive en una disfuncionalidad que abarca dos planos. Con el avance de la trama se irá develando el misterio detrás de las presencias y cuanto más nos acercamos al desenlace más lejos quedamos satisfechos con la resolución del director.
También queda claro que las limitaciones de presupuesto suelen acotar las chances de cubrir con técnica las falencias artísticas. Y que hay actores veteranos como Luis Machín que no encajan con la nueva generación de cine. Para compensar, Celeste Gerez si interpreta correctamente su rol y Camila Vaccarini está a la altura del género, su trabajo es digno de un gran exponente del terror en cualquier cinematografía. Un film más para la estadística y para quienes quieran ir armando una historia del cine de terror en Argentina.