El nuevo cine rumano vuelve con un policial plagado de sutilezas, buen humor, un toque de romanticismo y guiños al cine clásico. Un policía debe sacar de la cárcel a un hombre que se fugó con 30 millones de euros. Pero es tan corrupto como el ladrón, entonces lo controlarán sus pares y sus enemigos. El realizador rumano hace foco en la dudosa calidad moral de la policía, algo que ya había mostrado en “Policía, adjetivo”, pero aquí va más allá. Porque utiliza el humor a través del silbido, un método para comunicarse entre truchos sin que nadie se entere del mensaje. Es más, el filme debería haber respetado el nombre original, que es “Los silbadores” (The whistlers), mucho más apropiado que “La Gomera”, nombre de una de las Islas Canarias donde ocurre la trama. Para verla y salir silbando.