Suena extraño que Adam McKay, el director de las comedias más delirantes de Will Ferrell (“El reportero: la leyenda de Ron Burgundy” o “Ricky Bobby”) se haya metido a dirigir una película sobre la explosión de la burbuja inmobiliaria en EEUU y la crisis financiera del 2008. Pero McKay aceptó el desafío y se despachó con una comedia tan entretenida como ácida sobre un tema complejo y denso. Basada en una historia real, “La gran apuesta” se centra en unos expertos en inversiones (una mezcla de nerds y outsiders) que ya desde 2005 advirtieron que el sólido mercado inmobiliario se iba a desplomar por las hipotecas de alto riesgo y, en una jugada muy riesgosa, empezaron a apostar en contra del propio sistema para sacar rédito de esa futura caída. Lo que no imaginaban, claro, es que el colapso que ellos vaticinaban se iba a convertir en una crisis de proporciones gigantes. McKay recurre al humor y al absurdo para intentar explicar ese mundo plagado de números, cálculos, engaños y fraudes. Tal vez en algunos pasajes se pase de tecnicismos, sin embargo esos baches casi ni se notan gracias al encanto y la potencia de los personajes, sobre todo los que encarnan Christian Bale y Steve Carell, que se adueñan de la pantalla. Esos antihéroes que se debaten entre la venganza contra el sistema y la culpa, entre el beneficio personal y la debacle social, concentran el espíritu crítico y de denuncia que atraviesa toda la película.