Una de las peores crisis económicas que tuvo que afrontar los Estados Unidos (y el resto del mundo como consecuencia) es la base de esta genial dramedia que no tiene miedo de romper la cuarta pared para explicarnos las causas y efectos del estallido de la burbuja financiera.
Adam McKay, guionista, director y productor egresado de Saturday Night Live, cosechó una exitosa carrera de la mano de la comedia y de su estrecha colaboración con Will Ferrell. Con “La Gran Apuesta” (The Big Short, 2015), el realizador no pierde el sentido del humor y se embarca en una propuesta muy diferente: los intricados vericuetos de la crisis económica que vivió los Estados Unidos a partir del año 2007 cuando a los bancos les explotó en la cara la bien llamada burbuja financiera.
Tomando como punto de partida el libro homónimo de no ficción escrito por Michael Lewis en 2010, McKay sigue de cerca a varios personajes que se la vieron venir y decidieron no hacer absolutamente nada al respecto, apostando a favor de la crisis y en contra de los mismos bancos que crearon semejante caos. El resultado: al final, lograron embolsarse una grosera suma de dinero mientras observaban como ardía Troya a su alrededor.
“La Gran Apuesta” no es una historia de héroes, pero tampoco de villanos. Imagínense a un grupo de vendedores de ataúdes que pueden analizar las causas y consecuencias de un tremendo accidente y, sin poder prevenirlo de ninguna manera, se sientan a esperar a que todo pase para luego sacar el mayor provecho de su producto. Y en esta historia, los cuerpos se cuentan por millones.
Estamos en 2005, en una oficina de california donde Michael Burry (Christian Bale), un excéntrico genio de las finanzas comienza a intuir que el mercado hipotecario no es tan estable como se cree, y decide hacer una jugada maestra arrastrando a los inversores por un camino que, posiblemente, no vea sus frutos hasta pasados unos cuantos años y varios miles de millones depositados.
Como una bola de nieve, esta movida llega hasta Nueva York y los oídos de Jared Vennett (Ryan Gosling) que decide entrar en el juego al ver que las predicciones de Burry son absolutamente ciertas. Una llamada equivocada alerta a Mark Baum (Steve Carell) y su gente y, de repente, todos estos “marginados” de las finanzas empiezas a apostar en contra de todo aquello para lo que trabajan y en lo que creen: hablando mal y pronto, apuestan en contra del bienestar económico de América.
La terminología es compleja y, tal vez, requiere un par de visionados para tratar de entender cada tipo de bono, movimiento e inversión, pero el afiladísimo guión de Charles Randolph y McKay se las ingenia para explicarnos de la mejor forma posible cada una de estas cuestiones e incluso se anima constantemente a romper la “cuarta pared” y sumar elementos totalmente ajenos al relato que le dan un estilo único a la narración.
Cualquier detalle es un spoiler potencial, pero no le tengan miedo hasta historia porque la palabrería es interrumpida a cada momento con un recurso diferente y más simpático que el anterior, como estrellas invitadas que hacen de sí mismas para explicar tal o cual jerga económica.
La ironía con la que se maneja, sumada a un elenco verborrágico que no hace agua por ninguna parte, y cierta autocrítica, convierten a “La Gran Apuesta” en un animalito exótico, mezcla de comedia con un ritmo vertiginoso y una historia real que tuvo dramáticas consecuencias para la economía del mundo.
Al final ya nadie ríe, los millones ganados se cuentan a montones y los involucrados se enfrentan a sus propios dilemas morales. Ellos lo saben y nosotros también: la casa siempre gana. “La Gran Apuesta” no es para cualquiera, pero es un gran hallazgo para la temporada de premiaciones. Un montaje increíble, un guión afilado y un grupo de protagonistas que saben como guiarnos por las delgadas paredes de esta burbuja que no para de crecer hasta que estalla.
Dirección: Adam McKay
Guión: Charles Randolph y Adam McKay
Elenco: Christian Bale, Steve Carell, Ryan Gosling, Brad Pitt, Marisa Tomei, Melissa Leo, John Magaro.