Con una llegada que vale aprovechar
Además de un muy buen filme, La gran apuesta es una clase de macroeconomía que abre los ojos al común de la gente.
Christian Bale, Steve Carrell, Ryan Gosling, Brad Pitt. De las mejores actuaciones del momento fueron elegidas para que el director Adam McKay llevase a pantalla el guión que él mismo escribió, basado en el libro The big short, que aquí se estrena como La gran apuesta.
Categorizada como comedia dramática, es la historia sobre la crisis financiera del 2007 a 2010 por la acumulación de hipotecas para compra de viviendas y la burbuja económica (ver aparte).
“Mientras los bancos se daban la gran vida, unos pocos vieron lo que nadie había visto: la economía mundial iba a desplomarse”, enuncia a cámara Gosling en el rol de Jared Vennet. Y es este personaje el encargado de situar al espectador en el contexto de un mercado inmobiliario inflado a fuerza de ambición y fraude a los consumidores, y de acompañarlo en la descripción de un ambiente áspero como el de las finanzas, en especial y como indica, porque se nutre de un lenguaje complejo, “para que el común de la gente deje de prestarle atención” a circunstancias que van a afectar su vida mucho más que el Superbowl.
Y aunque, es cierto, resulta complejo hacer de los vaivenes macroeconómicos y de quienes apuestan a contracorriente un filme ameno. A a fuerza de apuntes a cámara y de conversaciones que llevan los discursos al llano, mete el espectador común en un relato fascinante sobre cuestiones que, al fin de cuentas, hasta la rubia tonta de la tele o una stripper sin formación puede entender.
Los intérpretes en danza -–no hay que olvidar a sus secundarios-- se lucen con papeles de peso, un mérito que le cabe al director y por el cual están siendo aplaudidos y premiados.
Fuente de inspiración
Una dura realidad
El relato sigue a personas que creían que la burbuja iba a estallar, como Meredith Whitney, quien predijo la desaparición de Citigroup y Bear Stearns; Steve Eisman, gerente de los fondos de cobertura; Greg Lippmann, un comerciante de Deutsche Bank; Eugene Xu, un analista cuantitativo que creó el primer mercado de CDO, haciendo coincidir los compradores y vendedores; los fundadores de Cornwall Capital, que iniciaron un fondo de cobertura en su garaje con 110 mil dólares y aumentó hasta llegar a los 120 millones cuando el mercado se desplomó; y el Dr. Michael Burry, un ex neurólogo que creó Scion Capital, pese a sufrir ceguera en un ojo y síndrome de Asperger.
También destaca el papel de algunas personas involucradas en las mayores pérdidas originadas por la caída del mercado.