La crisis financiera del 2008 es quizás uno de los cataclismos del siglo menos comprendidos por el imaginario social. Cargado con la buena cuota de ironía y sarcasmo que lo caracteriza, Adam McKay (responsable de La leyenda de Ron Burgundy y Policias de repuesto) toma el libro homónimo de Michael Lewis para explicar la complicada historia de cómo la economía norteamericana colapsó en el año 2008 (salpicando también a otros países) y solo unos pocos ingratos y desagradables financistas, banqueros y corredores de bolsa supieron sacar provecho de la situación.
La ambición de contar esta historia repleta de tecnicismos y conceptos complicados sobre economía y real estate es muy grande. Pero gracias a un tono y ritmo perfecto, acompañado de uno de lo que seguro será de los mejores casts del año, La gran apuesta permite incluir hasta a los más ignotos en el tema. Cada compleja explicación viene acompañada de alguna sutil gracia, y hasta los asquerosos magnates financieros que se debaten sobre la ética moral y profesional de su negocio están dotados de una caracterización que permite al espectador despertar cierta simpatía, cuando el sentimiento lógico sería algo mucho más cercano al rechazo.
El original guión de McKay se vale de todos los trucos posibles para mantener la atención del público aun en los pasajes más complicados de la película. En ocasiones cuando a pesar de dar en la tecla justa con su humor ácido y negro que intenta diluir el hecho de que se nos está contando algo prácticamente imposible de descifrar para la mayoría de los mortales, los actores rompen la llamada "cuarta pared" del cine para dirigirse de manera directa al espectador y explicar qué es aquello de lo que éstos bursátiles tiburones de Wall Street están hablando.
La Gran apuesta es uno de esos dolores de cabeza cinematográficos que mejor son bienvenidos. Sin subestimar la capacidad de comprensión del espectador se vale de todos los recursos posibles para que la explicación sea concisa. A pesar de la agotadora catarata de información que se presenta, el ambicioso e inteligente formato sirve tanto al contenido como al corazón de la trama.