Adam Mc Cay -la Paramount- juntó a Brad Pitt, Ryan Gosling, Steve Carell y Christian Bale para brindarle al mundo un tutorial cómico de cómo se originó la crisis inmobiliaria de 2008 en Wall Street. La gran apuesta se basó en el libro homónimo de de Michael Lewis.
Quizá la mayoría del público se asuste al leer la sinopsis de La gran apuesta cuando elija qué película ver. Esta dice algo así como esto:
La economía global está por venirse abajo y nadie se da cuenta salvo cuatro personas: uno de ellos lo hace años antes y los demás se avivan en el camino. Para afrontar esto deciden invertir fondos en contra de la corriente, apostar por lo que nadie sospecha. Una apuesta que significaría ganar cuando la economía pierda.
Bonos, apuesta, inmobiliaria, BB, A, AA, cifras, cifras y cifras, serán palabras que vea el público repetidamente durante la un poco excesiva duración de la película. El relato sería un completo aburrimiento si no hubiese estado tratado con humor o conformado por un gran reparto. El manejo del dinero, la corrupción y una parva de números y términos, para muchos inentendibles, son arriados y equilibrados por numerosos tips cómicos.
Parece que Adam McKay sentó cabeza a las comedias de Will Ferrell y le demostró al mundo que está apto para hacer un guión inteligente, explicativo, serio.
Los personajes de Christian Bale y Steve Carell, Michael Burry y Mark Baum respectivamente, son los más arriesgados de todos. De ellos conocemos parte de su historia fuera de Wall Street y además son los que implicaron un trabajo interpretativo máss atípico. El de Gosling, Jared Vennett, es el narrador de la historia y, por guion, el más divertido de todos: un egocéntrico y millonario corredor. Por último, Brad Pitt juega un papel menor y conforma un original trío de personajes junto a dos novatos que quieren meterse en el sistema (Jeremy Strong y FinnWittrock, que no son menos protagonistas que los demás). Como hace tiempo, la estrella cumple con creces con su papel de Ben Rickert, un ex corredor obsesivo de la limpieza.
La gran apuesta es similar a El lobo de Wall Street (Martin Scorsese, 2014) pero en clave sana: nada de drogas, pero aun así no alcanza el nivel.A su vez, también se le puede encontrar cierta similitud con Moneyball, que también cuenta con guion de Michael Lewis, ya que son dos películas que la mayoría del público no estará al tanto a la perfección de su tema a tratar pero que se mantendrá, sin rezongar, en la butaca hasta que termine.
Buscará premios esta temporada, sin dudas. Quizá lo logre por el lado actoral, pero hasta ahora lo dicho es que a McKay habrá que tenerlo en cuenta por si comienza a abrir su filmografía. Pero por lo pronto, con La gran apuesta, el público aprenderá y se pondrá al tanto de un episodio de la economía mundial de la mejor manera posible: divirtiéndose.