Con guiños a películas como Titanic, El mago de Oz o clásicos de la comedia seriada como El gordo y el flaco, las aventuras de un pequeño ratón en pleno océano se tornan demasiado previsibles en una animación sin inventiva y con una narrativa sin vuelo.
Una de las pocas sorpresas terroríficas que logra esta producción japonesa son las comadrejas que acechan a Gamba y sus amigos en la lejana y fascinante Isla de los Sueños. Pero esas escalofriantes apariciones -sobre todo la de la Noroi, vampiro de aura blanca- se diluyen en sucesivas e impostadas amenazas que asfixian la potencial anarquía de la aventura visual en una mezcla calculada de la obediencia japonesa y la leyenda de David y Goliat.