Después de la sorpresa de la primera, y esa diversión completa que fue “Batman Lego”, la continuación de la aventura, si bien no llega divertirnos como su antecesora, tiene los suficientes ingredientes y el grado de locura como para asegurar su éxito. Desde el espacio, los invasores destruyen el mundo lego y en su reconstrucción, los personajes se han endurecido, en una especie de mundo “Mad Max” y al estilo de los films post-apocalípticos. El único que conserva su ingenuidad y alegría de vivir, es Emmet. Una mujer del espacio llega para llevarse al líder de la comunidad y juzga que el elegido no es suficientemente rudo. Se lleva a los demás y el solitario y despreciado, armará una nave para rescatar a Lucy y sus amigos. En el camino se cruza con un nuevo personaje súper violento que tiene como equipo a un grupo de dinosaurios (en referencia a las películas de Chris Pratt que le pone la voz, en la versión no doblada, a los dos personajes) Mientras van al rescate, los amigos de Emmet son sometidos a un lavado de cerebro con canciones pegadizas y mundos ideales. Como muestra, el rudo Batman ahora viste de blanco. Se le agrega una acción en vivo entre dos hermanitos que pelean por no querer compartir sus juegos y ponen a todo el mundo encastrado al borde de la extinción. Entretenida, con más canciones, ideas divertidas pero políticamente correcta, con conflictos existenciales dedicados al mundo adulto, esta segunda parte no defrauda.