Originaria de Dinamarca, la empresa LEGO conquistó a grandes y chicos de todo el mundo durante varias generaciones (se fundó en 1932). El cine es solo uno de los tantos rubros en que ha incursionado y la franquicia no para de crecer. Tras la excelente película de 2014 y un film dedicado a Batman en 2018, llega esta secuela con resultados más que dignos, pero que pierde en la comparación con su predecesora.
Ya sin Phil Lord y Christopher Miller como codirectores (ambos se mantuvieron como guionistas), fue Mike Mitchell (con antecedentes en las sagas de Alvin y Shrek) quien se encargó de sostener la estética, el vértigo, el humor absurdo y la acumulación de referencias. La eficacia es menor (los mejores momentos corresponden a las canciones de John Lajoie), pero las aventuras (o desventuras) de Emmet y Wyldstyle se siguen sin esfuerzo y con una sonrisa permanente. La película arranca como una mezcla de Transformers y Mad Max, luego deriva a un conflicto intergaláctico, pero en su esencia parece una variante de T oy Story. La trama pendula entre los personajes animados y los de carne y hueso (por allí aparecen papá Will Ferrell y mamá Maya Rudolph), pero ese aporte no agrega demasiado.
Dos recomendaciones: busquen la versión original subtitulada para disfrutar de las voces de Chris Pratt, Elizabeth Banks, Will Arnett (y su hilarante Batman), Alison Brie, Charlie Day, Channing Tatum, Jonah Hill, Jason Momoa, Ralph Fiennes o Bruce Willis; y quédense a deleitarse con los notables créditos finales.