Continua de manera efectiva las aventuras de Emmet y sus amigos tomando, reciclando y maximizando todo lo bueno que tuvo su antecesora, logrando ampliar su universo de una manera que no termina siendo repetitivo.
Cinco años han pasado desde que vimos por primera vez a Emmet (Chris Pratt) y a todo su interminable mundo de Lego en La Gran Aventura LEGO (The LEGO Movie, 2014). Primero siendo vista de reojo por el concepto de “película creada en base a personajes de la famosa marca de ladrillitos” y después aceptada mundialmente por la gran dirección y guión a manos de Phil Lord y Chris Miller (Spider-Man: Into the Spider-Verse, 2018), quienes supieron tomar aquella simple premisa y consiguieron abrir las puertas de este mundo de bloques para un posible sinfín de historias. Entre estas posibilidades, las “películas Lego” lograron estrenar su propia versión de Batman en LEGO Batman (2017) aprovechando la repercusión positiva que dejó el personaje en la peli de 2014, quien tuvo a Will Arnett prestando su voz al personaje encapotado. En el mismo año, otro largometraje también llegó a la gran pantalla con LEGO Ninjago, en esa oportunidad se pudo ver un mundo mucho menos expandido y donde sus personajes eran solo de una franquicia determinada. Teniendo en cuenta que Lego posee las licencias de la mayoría de los personajes que constituyen el grueso de la cultura pop de hoy en día, en los primeros dos largometrajes de este universo de bloques animados las referencias son constantes y parecieran no tener ninguna clase de límite.
Utilizando todos estos recursos y muchos más, llega la secuela directa de las aventuras de Emmet (Pratt), Lucy (Elizabeth Banks) y compañía. La historia retoma en el momento exacto en donde terminó la primera, cuando unos habitantes del espacio exterior denominados Duplo arriban a la ciudad con ganas de conquistar todo lo que ven a su paso y pese a las medidas que toma la ciudad para defenderse de ellos, fallan. Elipsis mediante de unos cinco años, ahora el mundo de Emmet se encuentra en un total caos y destrucción, donde ya nada es tan increíble como antes y los habitantes de Ladriburgo viven en una distopía cotidiana. Pero durante un día como cualquier otro, la General Sweet Mayhem (Stephanie Beatriz) arriba a la ciudad desde el espacio exterior con la misión de encontrar un grupo de representantes para llevarse a su planeta y es ahí donde el grupo de amigos de Emmet compuesto por Lucy, Batman (Arnett), Princesa Unikitty (Alison Brie), Benny el astronauta (Charlie Day) y Barba Metálica (Nick Offerman) es capturado. Emmet deberá arreglárselas para rescatar a sus amigos y así evitar que se produzca el Armagedón o dicho de otra forma, el final para todos los de su clase.
Si había algo que era súper destacable de la primera entrega, era el hecho de que hasta el final, Lord y Miller guionistas y directores, solo habían dado algunos pequeños indicios de que el mundo de Emmet y sus amigos era una aventura que se producía en la imaginación de un niño humano de 10 años. En ésta, ese misterio que ya no es tal está bien continuado pero al mismo tiempo las situaciones que se dan son mucho más obvias que en la película anterior. Pese a todo esto, la peli vuelve a explotar todo su potencial y termina consolidando de esta manera una secuela que se encuentra a la altura de la película original. Ahora sin Miller y Lord dirigiendo, pero sí escribiendo el guión, la pareja encargada de llevar esta aventura a la gran pantalla es compuesta por Mike Mitchell (Súper Escuela de Héroes, 2005) y Trisha Gum, quienes hacen una muy buena labor pese a que esa originalidad que tanto se destacó de la primera ahora se encuentra un poco menos. Claro que las situaciones que más impacto causaron en su momento ahora son doblemente utilizadas, el ejemplo más contundente es el de las canciones, en 2014 “Todo es Increíble” logró penetrar y establecerse de forma permanente en todas nuestras mentes, gracias a su simpleza rítmica y lírica, tal es así que dicha canción fue nominada al Oscar como Mejor Canción Original de aquel año.
La trama vuelve a combinar animación por computadora y stop motion, con momentos de actuaciones live action, que esta vez tiene una mayor importancia a la hora de la historia. En esta oportunidad y sin la participación en cámara de Will Ferrell (sí su voz) pero con la incorporación de Maya Rudolph en el rol de madre y Brooklynn Prince como Bianca, volvemos a encontrarnos con Jadon Sand como Finn, que nuevamente hará las veces de quien se ponga en primera persona para poder contar las aventuras de Emmet y su grupo de amigos. Si bien la historia en sí no cuenta con grandes avances narrativos con respecto al material original y podría parecer un poco menos orgánica que aquella, la diversión es explotada al máximo teniendo chistes y situaciones tan hilarantes que hasta al más serio de los espectadores, cuanto menos, va a esbozar una sonrisa.
En cuanto al desarrollo de personajes, no se encuentran grandes cambios ni hay algún nuevo personaje que logre destacarse por sobre aquellos que si ya se encontraban antes. Donde si se nota que hay un avance, es en cuanto a los escenarios. La implementación de esta ciudad distópica que ahora es Ladriburgo, está claramente inspirada en el futuro post apocalíptico que presenta la joya de George Miller, Mad Max: Fury Road (2016) y le sienta perfecto. Lo mismo sucede con los escenarios que tienen que ver con el “espacio”, quizás sean más simples que el anteriormente mencionado, pero sin dudas es un salto hacía adelante en cuanto a lo que se vio en la primera entrega.
La Gran Aventura LEGO 2 es una más que digna secuela de la joya visual y narrativa que fue su antecesora. Si bien por momentos puede abusar de la reiteración de recursos, la experiencia termina siendo súper disfrutable con la que es muy fácil familiarizarse aunque no se haya visto la película anterior.