Algunas cuestiones sobre las cuáles no tengo certeza: ¿por qué una película de Lego®, así, con marca registrada y todo)? No sé cuál es la popularidad de las piezas de construcción hoy en día pero entiendo que lo que significaban para mí y lo que deberían seguir significando es lo que esta película intenta transmitir. Algunas certezas importantes por otro lado: el nivel de lectura es distinto aquí al de “Toy Story”. Estos juguetes no son conscientes de la existencia del mundo real y son producto de la creatividad y voluntades de quien juegue con ellos. Y son realmente pequeños, pero eso no elimina el hecho fundamental que se desprende de la mente de un niño que tiene estos Legos® en frente: todo es posible. Los niños también registran su realidad, creen en los sueños y en las historias increíbles, como la aventura sin igual que cuenta el film.
Se podrá decir que todo el despliegue creativo y visual de la hora y media de esta película se encuentra en la secuencia inicial de “Toy Story 3”, pero se debe tener en cuenta una diferencia. El plus intelectual y de raciocinio, que Pixar hace años le sumó al cine de animación con el objetivo de deleitar a grandes y chicos, marcó un estándar difícil de menospreciar. De ahí para abajo, imposible. Y no digo que ese extra no esté aquí, pero el desafío para los creadores de “Lego” pudo haber sido el de ponerse en la cabeza de un chico y desde ahí darle vida a lo que ocurre en pantalla. Por favor, no comparemos esto con “Toy Story”; o dicho de otra forma, no le pidan al film cosas que no vino precisamente a ofrecer.
Para divertimento de los adultos en principio hay una introducción del mundo del protagonista, post-prólogo básico y ridículo -con una muy buena profecía en forma de rima-, que tiene cierta vuelta de tuerca. Una suerte de lavado de cerebro como el que presentaba Mike Judge en “Idiocracy”, pero más leve. Además, la consigna del “todo es posible” juega a favor y hay lugar para la aparición de los guiños y referencias –cinematográficas y culturales- que se sintetizan en el protagonismo de un Batman hilarante que grandes y chicos disfrutarán por igual. Estéticamente, la recreación del mundo Lego® es un hallazgo. Todo aparece como si en el momento lo fuéramos haciendo con nuestras propias manos, sólo que a una velocidad máxima.