La fiesta olvidable
Una comedia, muy previsible, sobre un nuevo rico.
La gran fiesta..., comedia dirigida y protagonizada por Gad Elmaleh -cómico stand-up de origen judío, nacido en Marruecos y exitoso en Francia-, se centra en un nuevo rico. En la Argentina conocemos bien a este tipo de personaje: gente que disfruta menos del ejercicio de sus privilegios que de su exhibición. Antes de filmar esta opera prima, Elmaleh interpretaba a Coco en sus shows. Pero es muy distinto hacer un gag paródico teatral que un largometraje de (pretendido y nunca logrado) humor.
Coco es un self made man improbable: su personalidad se basa en la torpeza (sobreactuada por Elmaleh), la candidez y la falta de registro de lo que ocurre a su alrededor. Un empresario que se hizo de abajo, escaló -con buenas armas- en la pirámide social y está obsesionado por el Bar Mitzvá de su hijo Samuel. Para ostentar -verbo que lo define- su capacidad económica planea hacer la fiesta en el principal estadio de fútbol, e incluso "tocar" a sus contactos políticos para que al día siguiente se decrete feriado.
Además, le descubren un problema cardíaco -el descuidado Gérard Depardieu hace un cameo como cardiólogo- y un conocido planea el Bar Mitzvá de su hijo en la misma fecha. Así que Coco decide adelantar la ceremonia de Samuel y que festeje antes de cumplir los 13, como lo marca la tradición judía. Las conductas del empresario tienden al desdén por el deseo ajeno e incluso las leyes. Pero el tratamiento del personaje, que es simpático y ampuloso, borra cualquier atisbo de acidez.
Pero eso no libra al espectador de la última parte, la de la redención: gastada, de manual. El resultado: un filme con poco ingenio y demasiados mohines, superficial y subrayado al mismo tiempo.