El director chino Zhang Yimou, alejado del tono de sus realizaciones anteriores, entrega un producto hollywoodense que concentra logrados momentos de vértigo, acción y ataques sorprendentes.
La acción se centra en la China del siglo XV, en la que se extiende la Gran Muralla que separa al ejército chino de varias amenazas y, justamente, una de esas tantas leyendas enciende este relato de tono fantástico en el que no faltan la acción, el esplendor visual y el ataque de criaturas monstruosas.
La gran muralla está alejada del tono de las realizaciones anteriores de Zhang Yimou -desde Sorgo Rojo y Esposas y concubinas hasta la más espectacular La casa de las dagas voladoras- pero el toque fantástico y la reinvención del género de aventuras más clásico se conjugan en este producto entretenido que no pierde tiempo en explicaciones y da rienda suelta a la acción desde el comienzo.
Entre combates sangrientos con arco y flecha, explosivos y acrobacias circenses -también vistas en Mad Max: Furia en la carretera-, la nueva película del director chino se impone por la belleza de su fotografía, el buen uso del 3D en las escenas en las que la altura cobra protagonismo y en una parafernalia visual construída en base al CGI. En ese marco se mueven dos mercenarios, William Garin -Matt Damon- y Pero Tovar -Pedro Pascal-, un español, que llegan en busca de pólvora y se transforman de prisioneros a punto de ser ejecutados en los nuevos aliados de una comunidad que se encuentran en una situación de riesgo por la presencia de los monstruos conocidos como Tao Tei, verdaderos devoradores de carne humana que se multiplican con la misma velocidad que las flechas atraviesan el lugar.
El choque de culturas está presente en la trama y la idea del trabajo en equipo para superar las adversidades es la que domina este relato que recuerda a las viejas producciones hollywoodenses. Con elenco occidental, que incluye fugaces apariciones de Williem Dafoe, y un reparto oriental en roles de más peso, el espectáculo está servido en bandeja.